“Está bien”.
La Deidad Omnisciente asintió y dijo en voz baja: “Levántate”.
Cielo se puso de pie.
Él se hizo a un lado con nerviosismo.
Cielo recordó haber provocado una pelea con James en la Secta de Jade, y le entró un sudor frío. Él nunca se habría atrevido a actuar con tanta arrogancia en el Monte Jade si hubiera sabido que la Deidad Omnisciente era su maestro.
La Deidad Omnisciente permaneció en silencio.
Cielo estaba nervioso.
“Señor, déjeme explicarle. En la isla, apareció el Príncipe Montaña Orquídea, y yo... yo…”.
La Deidad Omnisciente agitó la mano y dijo: “Lo sé”.
“Entonces, ¿por qué ha venido a verme?”.
Cielo miró a la Deidad Omnisciente.
Pensó que su maestro estaba aquí para regañarlo, pero ese no parecía ser el caso. No pudo leer las intenciones de la Deidad Omnisciente.
“Ya has alcanzado el Noveno Peldaño de la Escalera hacia el Cielo y estás a un paso de convertirte en un gran maestro de noveno rango. He venido a darte algunos consejos y orientación para que