Al escuchar esto, una ola de náuseas me recorrió por dentro.
Hace unos días, Santiago dijo que quería comer costillas.
Bajo el sol ardiente, y con mi sombrilla me fui a comprar las costillas y preparé unas deliciosas costillas BBQ que llevé a la oficina.
Cuando estaba emocionada, esperando que Santiago disfrutara de mi cocina, Isabela me envió una foto de su chandoso comiendo costillas.
— Oye amiga, al perro no le gusta la comida tan salada, ponle menos sal la próxima vez.
Volviendo al presente, mirando a este hombre algo desaliñado, no pude evitar sentir una mezcla de emociones.
Santiago disfrutaba de la felicidad con Isabela, disfrutaba del valor emocional que le aportaba su actitud coqueta y linda.
Le gustaba que ella no era complicada, la vida con una chica joven puede ser sencilla en muchos aspectos, pero Santiago no estaba dispuesto a cambiar la comodidad que yo le brindaba por una aventura o eso parecía.
Igual él ya había tomado la decisión meses atrás y yo sin él estaba much