"¿Estás escapando?".
Raquel resopló frialdad, apretó la espada y lo persiguió.
Alger solía ser un discípulo de la Secta de los Mendigos y tenía una gran fuerza. Para huir y salvar su vida, aceleró hasta el extremo. Sin embargo, Raquel tenía un gran poder en su cuerpo y su figura era como un meteoro; acortó la distancia rápidamente.
¡Maldita sea!
Los ojos de Alger se llenaron de desesperación al darse cuenta de que estaba a punto de ser alcanzado.
Sin embargo, en ese momento notó que varias figuras doradas se acercaban rápidamente en el aire frente a él.
Las figuras vestidas con armaduras doradas parecían majestuosas y poderosas. Eran soldados divinos que exploraban los alrededores.
El Maestro Magaera que acababa de ordenar a sus subordinados que investigaran el paradero del Archidemonio Antígono en la zona. Dividió a miles de soldados divinos de élite en incontables grupos, uno de los cuales estaba a cargo del Pueblo de Agua Clara.
'Esos son los soldados divinos del Vigilante d