Buenos Aires, Argentina
Estaba amaneciendo, y Hansen había pasado la noche en vela. No pudo dormir casi por lo nervioso que se sentía y por la preocupación de pensar en la situación en la que ahora estaban. Bajó a la cocina y se preparó café. Se sirvió una buena cantidad en una taza y se sentó a tomárselo. A los pocos minutos David entró en la cocina y Hansen le dirigió una mirada cansada.
−Veo que no soy el único que no pudo dormir −le dijo David.
Hansen esbozó apenas una sonrisa.
−¿Y tú por qué no dormiste? No eres el blanco de un grupo terrorista.
David también se sirvió un poco de café y se sentó frente a Hansen a tomárselo.
−No lo soy, pero igual me preocupa el bienestar de Joseph. Y el suyo, por supuesto.
Hansen puso su vi