Luisa: sexta parte.
Mientras continuaba con sus labores cotidianas, Luisa sentía la atmósfera pesada que se cernía en presencia del señor Julius, y en el ala de la mansión que este ocupaba.
Un día, mientras limpiaba la sala principal, escuchó pasos lentos y pesados apoyados en su bastón que resonaban en el suelo pulido. Se volvió y vio al señor Julius acercándose con la mirada perdida en la distancia.
– Señor Julius – dijo con un tono respetuoso, pero la mirada distante del hombre herido apenas registró su presencia.
Julius gruño, su tono cargado de amargura – ¿Acaso no tienen nada mejor que hacer que llenar esta mansión con sus inútiles servicios?
Luisa, sin intimidarse, respondió con calma – Estoy aquí para servir, señor. Si hay algo que pueda hacer para facilitar su día, solo dígamelo – Los pensamientos internos de Luisa se enredaban entre la voluntad de ayudar y la resistencia evidente de Julius.
El rostro de Julius se contrajo en una expresión de desprecio – No necesito a nadie. Me ocuparé de mis a