Luisa se hundió ligeramente en la suavidad de la cama, encontrando un momento de paz en medio de la confusión que la envolvía. La tela suave y cálida la abrazaba, ofreciéndole un refugio momentáneo. Sin embargo, la calma fue efímera, y el deber de entender su entorno la impulsó a levantarse con rapidez, dejando atrás la comodidad reconfortante de las sábanas.Al ponerse de pie, sus ojos recorrieron la habitación con asombro. La luz matutina se filtraba a través del ventanal abierto, tiñendo el espacio con tonalidades doradas. Una brisa suave mecía las cortinas, revelando un cielo azul y sereno. Pero lo que realmente la dejó sin aliento fue la magnificencia de la habitación en sí misma. Los muebles finamente tallados, la delicadeza de los detalles decorativos y la amplitud del espacio la envolvieron en un aura de opulencia.La sorpresa se apoderó de Luisa cuando sus ojos se posaron en la figura del hombre que estaba en la puerta entre abierta de la habitación. Al principio, parecía un
Alistar se encontraba en un estado de fatiga. Había sido convocado al Palacio, suspirando y ya sabiendo el tema por el cual lo llamaban, solo podía resignarse con pesar e ir buenamente hacia el palacio. Ataviado con ropajes de la más fina calidad, Alistar se desplazó en un lujoso carruaje de color azul con el emblema de su familia, los cuales eran tres rosas azules. El trajín de la ciudad fluía a su alrededor mientras avanzaban por las calles empedradas, con los edificios altos y elegantes adornando el horizonte.Al llegar al Palacio, Alistar se adentró en los hermosos pasillos revestidos de mármol. La magnificencia del lugar siempre lo asombraba a pesar de que cuando era un niño y vivió bajo el cuidado de su majestad. A lo largo de su camino, una estatua imponente y radiante captó su atención: un dragón esculpido con meticuloso detalle, sus escamas parecían brillar con una luz propia. Alistar se detuvo frente a la estatua, observando las piedras preciosas incrustadas en su superfici
La epopeya de un valiente héroe y su intrépido séquito, embarcándose en una travesía legendaria destinada a derrotar al malévolo Señor Demonio, ha sido narrada a lo largo de los siglos. Aunque la composición del grupo puede variar en número y en habilidades, una constante se mantiene: los protagonistas indiscutibles de esta saga, un héroe cuyo coraje trasciende las fronteras de la imaginación y una santa bendecida por los mismos dioses.En medio de esta narración épica, el temible Señor Demonio emerge como el antagonista supremo, personificando la encarnación de la maldad pura. Su derrota se convierte en el único camino hacia la restauración de la paz y la armonía tan anhelada por el pueblo. Los corazones del héroe y la santa se unen en un deber sagrado, un compromiso inquebrantable con la protección del imperio y sus habitantes, un deber que los guía a través de peligros inimaginables y desafíos que ponen a prueba su determinación en cada paso de su travesía.………………
El Imperio era un testimonio magnífico de la inquebrantable perseverancia humana en todo su esplendor. Durante décadas, generación tras generación, sus habitantes habían luchado incansablemente contra un amplio abanico de amenazas que amenazaban la armonía de sus vidas. Las calles de la capital eran una exhibición de orden y pulcritud, revelando la dedicación inquebrantable de sus ciudadanos para mantener la belleza y la limpieza en cada rincón de su amada ciudad y en el epicentro de esta majestuosa urbe se erguía el colosal palacio de la familia imperial, un monumento a la grandeza y el poder. Sin embargo, esta relativa paz y prosperidad que disfrutaban los habitantes del Imperio no era un regalo del destino, sino el fruto del incansable trabajo del emperador, un líder visionario cuya sabiduría y determinación habían guiado al Imperio por tiempos turbulentos hacia la estabilidad y la prosperidad. A su lado, como la espada incuestionable del Imperio, se alzaba el duque Virtus, un homb
El viaje continuaba, y lamentablemente, debían abandonar ese pequeño oasis que se erguía como un refugio en medio de un entorno tan despiadado y hostil. Los rayos del sol del mediodía ardían en el cielo despejado, creando un calor abrasador que hacía que el aire vibrara con una especie de electricidad.El joven príncipe, de porte noble, había expresado su protesta en el momento en que se discutió la idea de abandonar tan confortable entorno. Su voz, marcada por la juventud y la autoridad, resonó en el oasis como una campana clara – ¿Por qué debemos dejar este lugar? Es un refugio en medio del este entorno horrible.Sin embargo, a pesar de sus palabras, parecía estar tratando de convencerse a sí mismo de que la decisión de continuar era la correcta. Miró el horizonte árido y suspiró, como si estuviera luchando internamente con la necesidad de seguir adelante en aras de la misión que se autoimpuso.Claro que Eleanor, observaba todo esto desde la distancia, sus ojos vivaces y perspicaces
Los días habían transcurrido en un susurro de hojas movidas por el viento, con el sol persiguiéndolos en su viaje y los secretos del bosque rodeándolos. El aire estaba lleno de fragancias frescas y la tierra bajo sus pies crujía con la textura de la naturaleza en su estado más puro.Sin embargo, entre los momentos de paz, algunos eventos desconcertantes habían sacudido su viaje. Uno de los más desalentadores fue el momento en que fueron capturados por la implacable guardia fronteriza. El plan que habían ideado, infiltrarse en la capital para descubrir la verdad detrás del secuestro de las mujeres, se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos.La celda de piedra parecía cerrarse en torno a ellos como una trampa, susurros de incertidumbre llenaban el aire opresivo. Marck, con su semblante preocupado, observaba la oscuridad que se extendía más allá de los barrotes de su celda. La frustración por ver cómo sus planes se habían desmoronado brotaba en su mirada, y la decepción se traduc
La expectación colmaba la atmósfera mientras todos los presentes en la estancia clavaban sus miradas en la figura de la santa, ansiosos por descubrir la idea que había estado gestando en su mente durante tanto tiempo. La estancia resonaba con un silencio tenso que solo se quebró cuando la santa finalmente tomó la palabra.– Marck regresará al imperio – anunció con determinación.No obstante, la noticia no fue recibida sin cuestionamientos. El joven príncipe, con una mezcla de sorpresa y aprensión, elevó su voz en protesta. Sus ojos reflejaban una mezcla de incertidumbre y preocupación mientras preguntaba con franqueza – ¿Ese es el plan? ¿Debo regresar al imperio sin nada? ¿Ha considerado cómo me recibirán?La preocupación en su rostro era palpable, y cada palabra que pronunciaba estaba cargada de la incertidumbre que sentía. El silencio se prolongó mientras todos esperaban la respuesta de la santa, conscientes de que la situación planteaba un desafío muy grande.La figura de la santa
Habían transcurrido algunos días de viaje antes de que el carruaje llegara a su destino final, la capital del reino demonio. La comparación con la capital del Imperio no dejaba nada que desear; de hecho, Eleanor consideró que este viaje había sido uno de los mejores que jamás había experimentado. La compañía del señor Maximiliano y sus guardias se había caracterizado por su amabilidad y atención constante a las necesidades de la santa.El momento de la llegada marcó el comienzo de una experiencia verdaderamente asombrosa. Un majestuoso palacio se alzó ante ellos, una construcción que irradiaba lujo y antigüedad. La fachada relucía con el paso de los años y la magnificencia de una historia que se había tejido en sus muros.Guardias imponentes, apostados en la entrada del palacio, recibieron a los recién llegados con reverencia.Guiados con gracia y elegancia por el interior del palacio, Eleanor y Maximiliano comenzaron una nueva etapa de su viaje. Mientras avanzaban por los pasillos ad