El hombre levantó la vista: —¿Qué haces aquí?
—Ricardo, elegí especialmente pañuelos de seda para la anciana señora Vargas, y no sé cuál le gusta, por eso vengo a preguntarte.
Cuando Ricardo vio el pañuelo de seda, recordó que la última vez que Magnolia volvió a la vieja mansión de la familia Vargas y había preparado un pañuelo de seda de la misma marca, y reveló que una pariente lejano había comprado una falsificación.
Ahora Magnolia había cambiado mucho, que tenía más coraje.
Rosalía le vio distraído y habló con cierta sorpresa: —¿Ricardo?
Ricardo volvió en sí: —tiene muchos pañuelos de seda, puedes cambiar el regalo.
—¿Por qué no me acompañas a comprar uno?
—Estoy demasiado ocupado.
Cuando Ricardo terminó de hablar, siguió mirando el ordenador para ocuparse de su trabajo.
Rosalía no se atrevió a molestarle, así que salió del despacho, y tuvo que preparar un nuevo regalo para complacer a la anciana señora Vargas.
…
Cuando Magnolia salió del estudio de estilismo, se tocó las nuevas jo