Mundo ficciónIniciar sesiónAl regresar a su palacio, Ahmose encontró a Nefertari en los jardines interiores, sentada junto a una fuente, leyendo un papiro. El sol de la tarde la bañaba con una luz suave y su presencia era lo que calmaba la mente de Ahmose. Se acercó a ella como si quisiera prolongar ese momento de paz.
Nefertari levantó la vista al sentir su presencia. Sus ojos se iluminaron con una sonrisa. —Ahmose. ¿Cómo te fue con el Sumo Sacerdote?
Él se sentó a su lado, tomando su mano y entrelazando sus dedos. La suavidad de su piel, el calor de su toque, lo confortaba.
—Fue… tenso —confesó Ahmose—. Imhotep es un hombre de muchas palabras, pero pocas verdades. Siento que me evalúa, que busca una debilidad. No le agrada mi ascenso, ni mi influencia.
Nefertari apretó su mano. —Lo imaginé. Imhotep es un pilar de la vieja guardia en la corte. Ve el cambio como una amenaza. Y tú, mi amor, representas el cambio.
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