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Nefertari, llena de furia, se lanzó contra el guardia. Su palo golpeó al guardia en la cabeza. El hombre cayó inconsciente.
El grito de Nefertari llamó la atención de Rekhmire. —Vaya, vaya… la Princesa de Menfis ha encontrado el valor. Pero el valor no te salvará.
Rekhmire, con su espada en la mano, se acercó a Nefertari. Ahmose, que luchaba contra los guardias de Rekhmire, vio el peligro.
—¡Nefertari! —gritó.
Pero Ahmose no podía llegar. Los guardias eran una muralla de bronce y cuero. Rekhmire se acercó a Nefertari. Su espada brillante se levantó. Nefertari cerró los ojos. El miedo en ese momento era una realidad.
Pero el sonido de una espada chocando con otra espada la sorprendió. Abrió los ojos. Vio a Ahmose. Había logrado pasar. Había matado a los guardias. Había llegado.
—No te atrevas a tocarla —dijo Ahmose.
Rekhmire sonrió. —El héroe ha llegado. Pero es tarde. Menkat ha muerto. Y el poder… el poder es mío.
—El poder es para el Faraón —dijo Ahmose—. No para traidores como tú