Nuestro verdadero destino

Luego de unos meses Mupi también continuó su entrenamiento y, aunque aveces recordaba a su amigo, no se permitía desanimarse, ya que tanto Druposqui como sus padres lo apoyaban para cumplir su meta.

Llegó el mes de enero del año siguiente los dos jovenes habían crecido un poco más y cambiado; Druposqui, estaba más alto y fornido, debido a sus entrenamientos, que eran con otro soldado y supervisado por su hermano, a finales del mes de enero cumpliría 18 años, para cuyo evento Silver preparaba un baile, invitando solo a familia noble, salvo a los del Castillo Dorado, y alguno de los amigos de la familia, que aun conservaban.

Mupi, también creció, el entrenamiento que hacía lo convirtió en un hechicero poderoso, pero aun no lograba dominar el poder del fuego por completo, pero su poder y energía habían aumentado. El joven hechicero tambièn cumpliría 18 años a mediados del mes de marzo, y planeaba el día siguiente a cumplir su mayoría de edad comenzar su viaje al castillo dorado, a lo que su padre el hechicero Antherio no se opuso. No obstante, Mupi necesitaba despedirse de su amigo, había desidido, que el único lazo sentimental que dejaría atrás sería el de su padre, y deseaba ver por última vez a su amigo, que se volvería su enemigo muy pronto.

Enero, siendo un mes bastante lento, demoró en finalizar, pero al llegar finalmente el dia 28 de aquel mes, todo el castillo de plata estaba lleno de alegría para variar. Druposqui, estaba muy contento porque cumplía 18 años, y los mayordomos y mucamas que le tenían aprecio al chico lo felicitaban y algunos le daban pequeños presentes.

Durante el Desayuno, Silver, le diò a su hermano su obsequio; aunque ya comían juntos y habían heco medianamente las paces, el chico aun desconfiaba de su hermano y abrío la caja con algo de recelo. El joven no pudo evitar sonreir al abrirla, pues dentro de esta se encontraba un broche con forma de escudo, dividido en cuatro secciones, cada una adornada con una piedra preciosa representativa de un poder de los elementos; blanco/aire, verde/tierra, rojo/fuego y azul/agua, en medio de las divisiones una pequeña placa tenía tallado “Conde Druposqui” en hermosas letras dorada. El chico diò las gracias a su hermano, con el que aunque fuera solo aquel día deseaba llevar la fiesta en paz.

Druposqui, se sentía muy contento, era su día, el único día en el que toda la atención sería para el y aunque se sentía felíz con todo el protagonismo que tenía, no pudo evitar pensar en su amigo Mupi, quien cumpliría 18 años a mediados de marzo; recordó el acuerdo que él y Mupi habían hecho, el estaría junto a su amigo el díaque el se tuviera que marchar luego de su cumpleaños, deseandole el mayor éxito. Recordar aquello lo entristeció, pero como Silver lo acompañó todo el día, disimuló su tristeza.

Mupi, pensaba colarse en aquella fiesta, pero, uno de sus conocidos del pueblo cercana a su aldea, le obsequió la invitación puesto que el no podría asistir, al ser de último minuto, y detallar que era una fiesta de disfraces, el chico, alquilo una capucha y una mascara que cubriera su rostro. Se moría de ganas de ir, y aunque era riesgoso, pues Silver podría descubrirlo, decidió que tomaría ese riesgo, solo para despedirse de su amigo.

El joven conde de plata, realizó la supervisión de los preparativos y cuando todo estuvo listo, incluido su traje, se fue a descansar. A las cinco menos cuarto, el chico se preparaba par su fiesta y pensaba en que había visto a silver, extrañamente contento durante el almuerzo, y no pudo evitar sospechar que su hermano tramaba algo.

El gran salón ya se encontraba preparado, con las decoraciones y la comida. A las 6:30 de la tarde los invitados comenzaban a llegar al castillo, y la algarabía se formaba en la puerta del mismo.

Mupi, se preparó con su disfraz y al estar listo, bajo las escaleras, su padre quien se encontraba leyendo en la sala al verlo con su disfrazde jinete misterioso, sonrió y bromeo:

—Te ves muy bien hijo, seguro atraes a alguna chica.

—Ja, ja, ja—rió Mupi—Seguramente pasaría si me hubiesen invitado a la fiesta, pero debo hacerme pasar por otra persona y…—hizo una pausa— solo quiero hablar con Dru y salir antes de que su hermano se de cuenta.

—SÍ, Mupi, ya lo sé solo ten mucho cuidado, con Silver—advirtiò el hechicero.

El chico asintió y despidiendose de su padre se marchó. Los invitados subían una esplanada y Mupi se unió a la multitud, cuando luego de mostrar la invitaciòn al soldado entró, el joven hechicero, observó el lugar con detalle, era la primera vez que entraba a aquel castillo, y al ver el decorado por la fiesta, penso: “Vaya, Silver se esmero, ¡ja! Solo espero que no trame nada”

Cuando Mupi entro al salon este estaba bastante lleno de personas con mascaras y deslumbrantes disfraces. Ya estando todos los invitados, un guardia solicitó silencio y anunció:

—Bienvenidos damas y caballeros, es un placer para mì presentarles al General en jefe del ejercito de plata Silver

Mupi, vió a Silver y acomodó su capucha, y atraves de su mascara miro al hombre con recelo, mientras este bajaba la alta escalera. El custodio volvió a decir:

Y ahora saluden con una reverencia a nuestro homenajeado de la noche, el Joven conde Druposqui.

Las personas aplaudieron al ver salir a Druposqui, hasta Mupi aplaudió lleno de orgullo por un minuto olvido que no podìa quedarse demasiado. Cuando el Joven conde bajó, fue abordado por una multitud que se aglomeraba para felicitarlo. Mupi había reaccionado y observaba cerca de la puerta.

Con el fin de llamar la atención de Druposqui, el joven hechicero, elevo un poco su energía y vió como su amigo, luego de agradecer a unas personas buscaba algo entre la multitud y al dar con él, Mupi salio del lugar.

El Joven Mupi conciente de que Druposqui lo seguía buscó un lugar apartado y alejado del bullicio del salon, acercandose a un viejo balcon, cuyo barandal estaba roto, se escondió en un rincon y desapareció su energía. Druposqui busco en aquel balcon mirando por todos lados confundido y preguntandose si se había equivocado.

Mupi, lo miraba oculto sonriendo y ambos escucharon que iniciaban los bailes en el salon, Druposqui pensó para sí mismo: “quizas solo lo imaginé”, el joven hechicero, salió de su escondite, justo en el momento en el que el joven conde volteaba para irse, el chico vió con sospecha el traje de jinete misterioso y dando un suave paso hacía atrás dijo:

—La fiesta es en el gran salón

—Sí, a lo sé, pero he venido a verte a ti— dijo una voz gruesa tras la mascara.

Druposqui, miró al chico frente a él y aquel se bajó la capucha dejando ver su aclarado cabello color canela y luego levanto su mascara, su amigo lo miro con la boca abierta y sus ojos sorprendidos y Mupi exclamo:

—¡Feliz cumpleaños, Dru!

—¿Mu…Mupi? Pero ¿cómo?—Balbuceó Druposqui, aturdido y admirado, saliendo de su estado de asombro preguntó—¿Cómo fue que lograste entrar?

—Ja, ja, ja—Rió Mupi— hay Dru, sin importar que ya seas mayor siempre conservas tú inocencia—sonrió el joven hechicero—Un conocido, me obsequió su invitación, ya que el no podía asistir y pues es una fiesta de disfraces no se sabe quien es quien.

—Ya veo, jinete misterioso—entendió druposqui y levantando una ceja en tono de burla dijo— No se te ocurrió algo mas original hay como 20 personas con él mismo disfraz.

—Bueno, mi bajo presupuesto me impidió ser mas creativo—contestó Mupi y sonrió

Ambos rieron un rato a carcajadas y de pronto Druposqui reaccionó, negó con la cabeza y mirando serio a su amigo le refutó:

—Es peligroso que estes aquí Mupi, si Silver te descubre, tal vez te haga lo mismo que le hizo a Alex.

—Lamento mucho lo del capitán—expresó Mupi entendiendo—y tranquilo Dru, solo vine a despedirme.

—Entiendo—Comprendió Druposqui, bajando la mirada.

—Quería disculparme, amigo, por no actuar contra Silver y…—Mupi miró a su amigo y siguió—tu serás un gran líder ese es tu camino te convertirás en el Conde Druposqui, y yo seguiré mi plan de convertirme en aprendiz del gran maestro hechicero del castillo dorado, partiré luego de mi decimo octavo cumpleaños— Mupi vió que su amigo alzó la mirada y observándolo continuo—En el momento en el que pise el castillo dorado, tu y yo seremos enemigos, ese es nuestro verdadero destino.

—Me da gusto Mupi, que sigas ese camino que te trazaste hace tantos años, amigo—Druposqui sonrió con amargura— entiendo que nuestro proximo encuentro será como enemigos, pero quiero que sepas que deseo mucha suerte y éxito en tu camino, Mupi.

Los dos jovenes se dieron a mano, y al soltarse Mupi se dispuso a marcharse y pasando por el lado de Druposqui, sin voltear con sus azules ojos llenos de tristeza, pronunció las palabras mas duras de su corta vida:

—Adiós para siempre, Conde Druposqui.

—Adiós para siempre, Hechicero Mupi—repitió Druposqui y por su mejilla rodo una lagrima al pronunciar aquello.

Mupi, volvió a colocarse la mascara y la capucha, bajo su mascara habían brotado algunas lágrimas. Druposqui miró al oscuro cielo y pensó:

—Nunca te voy a considerar mi enemigo, Mupi, eres mi amigo y eso serás siempre.

El joven conde, volvió desanimado a la fiesta, Silver se acercó a el y preguntó:

 —Oye hermano, ¿no has visto Sailer?

—No, Silver y ese me interesa poco la verdad—contestó molesto el chico.

—Bien, yo iré a buscarlo, tú regresa a la fiesta y disfruta—agregó Silver tratando de ser tolerante a pesar de la mala contestación de su hermano.

Druposqui, volteo lo ojos y se retiró mezclandose entre los invitados y Silver salió en busca de su lacayo. Mupi ya iba llegando a la puerta principal, y fue abordado por Sailer, el joven hechicero lo miro con desprecio ya que el fue el responsable de que Silver se enterará de su amistad con el Conde. Así que molesto, y haciendo caso a la insensatez, se bajo la capucha y retiró su mascara, Sailer lo miró sorprendido y Mupi lo desafió diciendo:

—Ya tienes algo que contarle a Silver.

—¿Cómo adivinaste?—preguntó sarcasticamente Sailer e interrogo—¿no te dijeron que no te acercaras al joven conde?

—Así es, pero lo asumí como una sugerencia—contestó Mupi y luego burlonamente pregunto—¿y a ti?¿no te dijeron que los lacayos no deben meterse en lo que no les importa?

—Eres bastante insolente, Aldeano, me vas a conocer ahora—amenazó Sailer.

—Ja, ja, ja, ja—Se rió Mupi y dando media vuelta, retó—Alcanzame si puedes idiota.

El chico salió corriendo consiente que un enfurecido Sailer iba de tras de él, subió unas oscurecidas escaleras y llego a un largo pasillo con poca iluminación, se dirigió a un balcon que no tenía ni rastros del barandal y visualizó la altura, observó que desde ese lado se veía su aldea. Sailer lo alcanzó y empezó a atacarlo con su espada, pero el chico esquivo todas las envestidas, sin embargo se vió acorralado en el borde del balcon. Silver llegó al lugar y vió a su lacayo, con la espada en alto acorralando a una figura que de lejos no logró reconocer.

Sailer atacó a Mupi, pero el joven hechicero saltó y levitó, sin embargo, el sirviente no logró frenar su ataque y cayó desde el balcon, Mupi se quedó observando el cuerpo tirado en el suelo y luego se percató de la presencia de silver que se acercaba al balcon, entonces el chico, volvió a colocarse la capucha, y flotando se fue a su aldea.

Silver, bajo al patió y fue al lugar donde había caido Sailer, el hombre moribundo despertó y su amó parado frente a él le preguntó:

—¿Quién era el encapuchado?

—Mu…pi…—Eso fue lo que Sailer logró responder y murió.

El cruel hechicero, observó el cuerpo sin vida de su lacayo y dijo en voz alta:

—Así que es un hechicero…me las pagará, ese insolente.

Silver regresó a la fiesta, y planeaba acusar a su hermano de haberse visto con Mupi, pero Druposqui bailaba muy contento con una bella chica de cabello castaño y ojos verdes. El hechicero, decidió dejarlo tranquilo por esta vez, ya que necesitaba que su hermano estuviera de su lado.

Mupi llegó a su casa, con una mezcla de sentimientos, entre los que mas resaltaban el miedo y la tristeza. Cuando subió a su habitación se cambió de ropa y tirandose en su cama, pensó dos segundo y de pronto comenzó a reir a carcajada, no tenía idea del porque se reía, si por su culpa Sailer había muerto, y Silver tendría una excusa perfecta para tomar represalias contra él, pero al reir de aquella manera, liberó la adrenalina que los acontecimientos de las ultimas horas le habían ocasionado.

Ya la fiesta llegaba a su fin, muchos de los invitados se habían ido. Druposqui bailaba un vals, romántico con la bella chica que era su pareja y entonces elogió:

—Baila muy bien, señorita.

—He tenido practica, joven Conde—respondió la chica con una dulce voz.

—¿Me acompañaría al Balcon, atomar un poco de aire?

—Sería un placer, mi señor.

El muchacho le ofreció su brazo, la chica se agarro de el y ambos se asomaron al balcon, la luz de la luna llena los iluminó y desde el lugar, a lo lejos tras los oscuros arboles de frondosas ramas, se veía la aldea, la joven se quedo viendo el nocturno paisaje y Druposqui observandola le preguntó:

 —¿Cómo te llamas?

—Mi nombre es Agatha, soy la princesa hechicera del reino oriental—contestó la hermosa chica.

—Tu nombre combina perfectamente con tu belleza—Siguió Druposqui en un tono encantador.

—Vaya que original Conde Druposqui—agrego burlonamente la princesa—seguramente le dijo lo mismo a todas las chicas con las que bailó.

—Ja, ja, ja, ja—rió el joven conde y expresó—No, princesa usted ha sido la única en la que he fijado mi mirada esta noche y por la que sentí algo especial, y supe que había algo que nos unia pues desde el momento en que nuestras manos se tocaron para bailar sentí una energía fluir en mi cuerpo—Agatha miro al chico, sonrojada bajo el reflejo de la luna, y Druposqui sonrió y continuó—Jamas en mi vida sentí algo así por una mujer.

Se miraron uno al otro sonriendo, se acercaron poco a poco y el chico retiró un mechon de cabello del rostro de la chica con suavidad y acerco su rostro al de ella. La joven princesa correspondió el acercamiento y bajo la plateada luz de la hermosa luna que los acompañaban se dieron su primer beso sellando ese amor que habia surgido en un instante.

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