Capítulo veinticinco
Persigo al enorme lobo gris con todo lo que Fally puede entre los árboles, saltando arbustos, corriendo al rededor de acantilados, cruzando ríos y demás.
Estoy tan agotada internamente que siento las patas de mi loba por fuera irse debilitando poco a poco, pero no me rendiré, no ahora que ya pase la parte más difícil.
En un milisegundo veo a mi compañero jadear al igual que yo, pero seguramente tiene mi mismo objetivo, los guerreros a los límites de la manada se alertan al escucharnos pasar a toda velocidad y empiezan a perseguirnos sin saber que estamos en una práctica.
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No se dejen agarrar, sigan adelante, yo diré cuando detenernos.
Entendido, Alpha.
Entendido.
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