Mientras tanto, en la oficina de Clara, el teléfono sonó. Era la profesora de Lucas.
— Señora Fernández, solo quería confirmar que su prima ha venido a recoger a Lucas para prepararle una sorpresa por su cumpleaños.
Clara sintió cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor al escuchar esas palabras. No tenía ninguna prima. De inmediato supo que algo estaba terriblemente mal.
— ¿Mi prima? — repitió, tratando de mantener la voz firme —. No tengo ninguna prima. ¿Quién lo recogió?
El silencio al otro lado de la línea fue suficiente para confirmar sus peores temores.
— Voy para allá — dijo Clara, colgando el teléfono de inmediato y corriendo hacia la puerta.
Mientras corría hacia su coche, Alejandro la vio pasar, su rostro pálido y lleno de pánico. Algo terrible había sucedido, y aunque Clara no lo sabía aún, Alejandro ya estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para protegerla.
Alejandro conducía rápidamente, su jefe de seguridad, sentado en el asiento del copiloto, y Julián, su mejo