Aquel hombre estiró sus manos y miró con emoción la enorme cantidad de dinero, mientras dejaba salir una sonrisa.
—Lamento decirle que no voy a poder cumplir sus deseos —exclamó.
—Ese era el trato. Y tampoco estoy dispuesta a que envié a otros hombres por más dinero, mi hija vio al hombre que envió por el dinero —dijo Amelia.
—¡Jajajaja!, lamentablemente no podré cumplir tus deseos, y para tu información no puedo exponerme y mucho menos al frente de ella —exclamó aquel hombre.
—¡Eres un asqueroso!. —Amelia se giró y quiso caminar solo que las manos de aquel hombre la detuvieron.
—¡Una cosa más!. En dos semanas quiero en doble de lo que me diste hoy, ah, y no quiero que le digas nada a Gabriela, o de lo contrario le mostrare las fotos a tu adorado esposo, !suegrita! —exclamó aquel hombre.
—¡Que!, yo no tengo más dinero, y si lo quieres es mejor que te lleves a Gabriela lejos con tu hija, porque no estoy dispuesta a darle un solo centavo más —dijo Amelia mirando fijamente a Maximilian