Al salir de la mansión, Bernardette contempla el hermoso jardín que François mandó a construir para ella. Aquel lugar le genera calma, escuchar el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre las hojas del olivo, la regresan a esos instantes de felicidad junto a su marido.
Un año antes de su partida, François le anuncia a Bernardette sobre una sorpresa que ha preparado para ella…
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—Es una sorpresa, sólo podrás abrir los ojos cuando cuente hasta tres. —dijo mientras le cubría con sus manos los ojos y la guiaba hacia la entrada principal.
—¿Qué haces, a dónde me llevas? —preguntó con curiosidad y emoción.
—Es una sorpresa —respondió él, con una sonrisa traviesa— Uno, dos y… tres.
Bernardette abrió los ojos lentamente, y lo que vio la dejó atónita. La belleza de aquel lugar la deslumbró: jardineras construidas con ladrillos, llenas de diversas especies de plantas que florecían con colores vibrantes. Entre ellas, una hilera de rosas rojas, sus favoritas, se alzaba orgul