Cambia tu forma de ver el mundo y el mundo cambiará...
Esa mañana, al despertar, Angelo se entera del nacimiento de la niña, a través del guardaespaldas, quien lo ayuda a asearse y vestirse para llevarlo hasta la habitación donde está Antonella y que pueda ver a la bebé.
—Felicidades, mi amor. Ya nuestra hija está con nosotros. —Se acerca a ella.
Aunque Antonella sonríe, siente incomodidad cada vez que Angelo enfatiza la palabra “nuestra”. ¿Realmente la sentía como suya o sólo lo decía para hacerla sentir bien?
En realidad, Angelo siempre deseó ser padre de una niña, pero la vida sólo le dio la oportunidad de tener un hijo. Un hijo del cual no ha sabido nada desde hace cinco años, pero que aún así, sigue siendo su único descendiente. Al ver a la pequeña, en brazos de Antonella, siente mucha ternura.
—¿Puedo cargarla? —pregunta y ella asiente.
Angelo toma a la niña entre sus brazos y le sonríe. Se ve tan contento que Antonella siente que ha sido injusta por pensar mal de él. Es como si en el fondo buscase una excusa para achacarl