Jen Saldaña
Miami
Mi madre y yo, nos fuimos a nuestra casa y yo sin querer me dormí en el camino y desperté hasta que noté que el auto se detuvo por completo. No sabía si estaba cansada por el embarazo o por lo que acababa de pasar en mi mágica reconciliación con Jacob, podía ser un poco de ambos. Pero lo cierto era que me había sentido cansada.
–Jen, hija – Me dijo mi madre antes de entrar a la casa – No te hagas tonta, que quiero detalles de tu reconciliación con Jacob.
Mi mamá era bien curiosa y no se le iba pasar que le contara la reconciliación tan espectacular que tuvimos Jacob y yo, el día de hoy.
–Claro que sí mamá, pero no se podrá ahora – Señalé con los ojos el auto de mi papá – Pero después te cuento todo. Gracias por apoyarnos, mamá, no sabes cuánto estaba deseando verlo y sabes cuánto amo a Jacob.
Entre ella y Ekaterina, lograron lo que yo creía que no se podía lograr, estaba viviendo como en un sueño y no quería que se terminara nunca, que durara por el resto de nuestra