Jen Saldaña
Miami
Dulce y yo nos quedamos viendo resignadas, sabiendo cómo era y como había sido siempre Emiliano. Era de lo peor, nunca ahorraba dinero y no sabíamos a dónde iba todo lo que se ganaba en la clínica que incluso más que yo era a veces, pues él por ser hombre todas las chicas que traían mascotas quería ser atendidas por el guapo doctor de la clínica.
–Está bien Emiliano, te vamos a invitar por esta vez y sólo por esta vez – Le dijo Dulce – Aprende a administrar tu dinero.
–Si lo administro, pero también tengo mis gastos. – Se defiende Emiliano.
Yo pienso más bien que se los gasta en la novia que tiene, desde que empezó a andar con ella, nunca tiene dinero, está bien que la consienta, pero no puede ser que todavía no estamos a finales de mes y él ya está sin dinero. Lo bueno era que habíamos recibido buenas propinas y con eso nos alcanzaba para los tres.
–Sí Emiliano, estás de suerte porque necesito salir a la vida de nuevo que no todo es estar llorando por Jacob. – Querí