Jen Saldaña
Miami
Al día siguiente después de lo que pasó con Jacob, no podía ver ni a la cara a mis padres. De seguro mi mamá se daría cuenta ya que era una muy buena observadora y claro no me lo podía decir enfrente de mi papá. Esperé en mi recámara hasta que los escuché salir de la casa y después me arreglé rápido para irme a la clínica, allá tendría que pedir de desayunar.
Tomé la bicicleta y me fui rumbo a la clínica. Llegando allá, me encontré con que Dulce ya había abierto y ya estaba incluso recibiendo al primer perrito para baño de ese día. Pero era aún temprano, me sorprendía mi prima, era la que llegaba siempre tarde, a no ser que le llamaron para que atendiera al perrito o pasara por él.
–Hola Jen, tus ojos destilan sexo – Me saludó mi prima – Dime ¿Lo hiciste con el cuero de Jacob?
Me preguntó en cuanto entré a la clínica, no tenía idea de cómo me veía.
–Buenos días prima ¿Cómo estás?
–Yo bien, pero tú, estás radiante. Quiero detalles, estamos solas. Emiliano me llamó dic