Julia.-

El vibrante pulso de Las Vegas siempre me ha parecido atrayente, con una energía que te hipnotiza lo que me la hizo amar desde que llegue, pero, esta vez… al verla desde la ventana de mi habitación del Paris Hotel, sentía una punzada de ansiedad en el pecho.

La torre Eiffel en miniatura se alzaba orgullosa frente a mí, un recordatorio de la ironía de mi situación, en la ciudad del espectáculo, mi propia vida se había convertido en un misterio.

Mi reflejo en el cristal de la ventana me devolvía la mirada, no era la misma chica que había llegado junto a su hermana gemela, llena de sueños y ambición en cierto modo se había desvanecido, reemplazada por un versión fragmentada aún con lagunas en su memoria y un miedo latente.

Cerré mis ojos, intentando forzar una vez más un recuerdo, una imagen, una sensación; solo había ecos distorsionados, fragmentos de un rompecabezas que se negaba a completarse.

Y en el fondo la figura de un hombre, una silueta borrosa sus manos sobre mi cue