Dafne no tenía suficiente fuerza para apoyarlo, por lo que Darío la ayudó un poco. Dafne le dirigió una mirada de agradecimiento y le preguntó:
—¿Ya terminaron todos de comer?
—Sí. Aarón y Celia se han ido al estacionamiento. Vayamos también.
—De acuerdo.
Darío no pudo evitar explicarle un poco:
—Inés solo dijo las tonterías, espero que no te importan.
Dafne asintió y respondió:
—Claro. Vas a casarte con Sandra, ¿cómo es posible que estés interesado por mí? Es muy ridículo. Cuando se celebra tu boda, no olvides invitarme.
Darío se quedó aturdido por un momento y soltó una sonrisa amarga. Ella había expresado su actitud muy francamente. Sus palabras eran tan directas, sin dejarle ninguna esperanza. Dafne realmente no sabía cómo se sentía él, o tal vez solo estaba haciéndose la tonta, pero eso ya no le importaba a Darío. La clave del problema era que ella ni siquiera creía que él pudiera enamorarse de ella.
Entonces, en su opinión, ¿quién y cómo sería la persona llamada Darío López? Tal