POV d DiegoEl sol aún no había salido completamente cuando me desperté con el sonido de mi teléfono vibrando sobre la mesa de noche. Estiré la mano y lo tomé, entrecerrando los ojos para ver la pantalla. Un mensaje."Nos vemos en una hora. La información que necesitas estará lista."Mi mandíbula se tensó. Era el contacto de Adriana, la persona con la que se había reunido a mis espaldas. Me senté en la cama y miré hacia mi lado, donde Adriana dormía profundamente. No podía culparla por haber actuado sola, pero tampoco podía ignorar la molestia que sentía por haberme dejado fuera de esto.Me levanté con cuidado, tratando de no despertarla, y me dirigí al baño. El reflejo en el espejo mostraba un rostro más cansado del que recordaba. Nancy había vuelto a nuestras vidas con más fuerza que nunca, y aunque habíamos ganado muchas batallas, sentía que la guerra aún estaba lejos de terminar.Para cuando bajé a la cocina, Adriana ya estaba despierta, esperándome con los brazos cruzados.—¿Vas a
POV de DiegoEl humo de los cigarros flotaba en el aire, mezclándose con la tensión en la sala. Cada rostro en la mesa reflejaba la misma determinación feroz, pero también algo más: desconfianza. No podía culparlos. Después de todo lo que habíamos pasado, confiar era un lujo que ya no podíamos darnos.—Nancy no está sola —dije, rompiendo el silencio—. Y si queremos acabar con esto, tenemos que estar preparados para lo peor.Adriana, sentada a mi derecha, cruzó los brazos sobre su pecho. No había dicho una palabra desde que entramos, pero su mirada lo decía todo. Estaba preocupada, y aunque no lo decía, también dudaba de todo esto. De mí.Antes de que alguien pudiera responder, la puerta del salón se abrió de golpe. Un murmullo recorrió la sala cuando una figura familiar entró. Un hombre que creí que nunca volvería a ver.—¿En serio, Diego? —La voz ronca de Alejandro resonó en la habitación—. ¿Ni siquiera una llamada para decirme que ibas directo a una guerra?Mi mandíbula se tensó. Ale
POV de DiegoLa sala de juntas estaba en silencio absoluto, solo interrumpido por el rítmico golpeteo de mis dedos contra la mesa de madera oscura. La tensión flotaba en el aire como una tormenta a punto de estallar. Sabía que alguien dentro de mi círculo de confianza me había traicionado, pero no podía demostrarlo aún. Cada mirada, cada palabra dicha en los últimos meses cobraba un nuevo significado en mi mente, piezas de un rompecabezas que se armaba con cada movimiento calculado de mis enemigos.Adriana, mi esposa, había sido la primera en notar que algo no cuadraba. Su intuición era un arma afilada, y ahora trabajaba en las sombras, siguiendo rastros que yo, atrapado en el campo de batalla empresarial, no podía permitirme buscar. Me mantenía informado con susurros en la oscuridad, con mensajes codificados que solo nosotros comprendíamos.La traición se materializó en la forma de Manuel, mi mano derecha desde hacía más de una década. Su rostro impasible y su sonrisa calculada ahora
POV de AdrianaEl aire en la sala de juntas era sofocante. No por la temperatura, sino por la tensión que se había acumulado entre Diego y sus enemigos. Estábamos al borde de un enfrentamiento que definiría el futuro de la empresa, y yo sabía que las heridas que se abrirían hoy podrían nunca sanar.Diego estaba sentado al frente de la mesa, con el rostro impasible. Sus ojos oscuros no mostraban emoción, pero yo podía sentir la furia contenida en cada uno de sus movimientos. Al otro lado de la mesa, sus rivales lo observaban con cautela. Sabían que habían jugado con fuego y que ahora estaban a punto de enfrentarse a las consecuencias.—Espero que tengan algo más inteligente que decir esta vez —dijo Diego con voz fría.El líder del grupo contrario, un hombre de sonrisa calculadora llamado Esteban, se inclinó levemente hacia adelante.—No estamos aquí para discutir, Diego. Estamos aquí para tomar lo que nos corresponde.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Esta no era una simple lucha
POV de AdrianaLa llamada anónima me dejó helada. Pensé que la pesadilla había terminado con la caída de Fernando y Esteban, pero ahora entendía que solo habíamos arañado la superficie. Había más traidores entre nosotros, acechando en la oscuridad, esperando el momento perfecto para atacar.Me costó unos segundos recuperar la calma. Respiré hondo, intentando controlar el temblor en mis manos mientras miraba la pantalla de mi teléfono. No había número registrado, ninguna pista que pudiera seguir. Pero las palabras de la mujer resonaban en mi mente.Si realmente quieres proteger a Diego, tienes que descubrirlo antes de que sea demasiado tarde.Mi primera reacción fue contarle todo a Diego, pero algo en mi interior me hizo dudar. Él ya estaba en el límite, consumido por la paranoia tras la traición de Fernando. Si le decía que aún había más enemigos ocultos en la familia, su desconfianza se convertiría en una obsesión peligrosa.Decidí investigarlo por mi cuenta.Durante los siguientes dí
POV de DiegoEl eco de mis propios pasos resonaba en el piso de mármol mientras recorría los pasillos vacíos de la mansión. Había pasado tantas noches en vela planeando, calculando cada movimiento, asegurándome de que nadie pudiera amenazarme, que nunca me detuve a pensar en lo que realmente estaba perdiendo. Pero ahora, el silencio se sentía diferente. No era el silencio del poder, sino el de la soledad.Adriana se había ido.No de manera definitiva, pero sí lo suficiente como para hacerme sentir su ausencia como un vacío insoportable. Se había marchado sin decir adónde, sin dejar una nota, sin la promesa de volver. Y yo sabía por qué.Había soportado demasiado.Había sido testigo de cada traición, de cada golpe que me daba este mundo. Se había quedado a mi lado aun cuando todos le advertían que conmigo solo encontraría sufrimiento. Pero ahora, después de todo lo que había pasado, después de que Joaquín revelara su traición, después de que cada pieza del ajedrez se moviera en nuestra
POV de AdrianaLa lluvia golpeaba el ventanal de mi oficina, cada gota repiqueteando con una monotonía que reflejaba el peso en mi mente. Estaba solo, con la única compañía de un vaso de whisky medio lleno y un cigarro apagado entre mis dedos. Nunca fui fumador, pero últimamente sentía la necesidad de sostener algo entre las manos, como si eso pudiera anclarme a la realidad que se desmoronaba a mi alrededor.Nancy.Su traición había sido el golpe más inesperado. Podía tolerar enemigos declarados, incluso rivales encubiertos, pero alguien de mi propia familia... alguien a quien protegí, en quien confié, en quien creí...Golpeé el escritorio con el puño, dejando escapar una maldición.—Sigues aquí.Levanté la vista. Andrés estaba en la puerta, con los hombros tensos y una mirada cautelosa.—No me iré hasta que esto termine —dije, dándole un trago al whisky—. ¿Alguna novedad?Él asintió y entró en la oficina, dejando un expediente sobre mi escritorio.—La encontramos.El aire pareció volv
POV de DiegoAdriana estaba frente a mí, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que era una mezcla de desafío y agotamiento. Todo lo que habíamos soportado—traición, pérdida, engaño—pesaba entre nosotros como una tormenta invisible.—No sé si puedo seguir con esto, Diego —dijo, su voz quebrada.Sus palabras me golpearon más fuerte de lo que quería admitir.—Adriana——No —me interrumpió, sacudiendo la cabeza—. Sigues diciendo que todo mejorará. Que tienes el control. Pero cada vez que intento confiar en ti, termino sufriendo las consecuencias.Exhalé con fuerza, pasando una mano por mi rostro.—Nunca quise que te lastimaras.—Pero lo estoy —su voz se quebró aún más—. Y no sé cuánto más podré soportarlo.El silencio se extendió entre nosotros, pesado y sofocante. Vi el dolor en sus ojos, el amor que aún quedaba pero que estaba teñido de duda.Di un paso cauteloso hacia ella.—Te necesito, Adriana. Eres la única que me mantiene con los pies en la tierra.Desvió la mirada,