POV de DiegoNo podía permitirme fallar. No ahora. No después de todo lo que había sacrificado. Pero mientras más se estrechaban las paredes a mi alrededor, más notaba que la lealtad de mis aliados comenzaba a desmoronarse.En la oficina, la tensión era palpable. Robert estaba sentado al otro lado del escritorio, con los brazos cruzados y una expresión preocupada. Había sido mi más fiel consejero, pero ahora incluso él parecía dudar.—Diego, estamos en una situación crítica —dijo finalmente. —Algunos de nuestros socios ya están cuestionando si deberían seguir contigo.—¿Quiénes? —pregunté, tratando de mantener la calma.Robert suspiró y sacó una lista de nombres. Reconocí a la mayoría de ellos. Personas en las que había confiado por años. Personas que habían prometido lealtad, pero que ahora parecían inclinarse hacia Nancy y su m*****a coalición.—Aún no han tomado una decisión —continuó Robert—, pero si seguimos en esta dirección, podrían convencerse de que tu barco se está hundiendo.
POV de DiegoEl sol de la mañana entraba por las ventanas de mi oficina, iluminando los documentos apilados sobre mi escritorio. Era una imagen que había visto cientos de veces antes, pero esta vez se sentía diferente. Esta vez, el caos se había disipado, y lo que quedaba era el inicio de algo nuevo.Habíamos ganado. Adriana y yo lo logramos juntos.—¿Sigues ahí, o te perdiste en tus pensamientos? —Adriana entró con una taza de café y me miró con una media sonrisa.—Estaba pensando en cómo demonios seguimos en pie después de todo.Ella soltó una risa suave y se sentó en el borde de mi escritorio.—Porque nos negamos a caer.Asentí, tomé un sorbo de café y me permití un raro momento de tranquilidad. El negocio que habíamos reconstruido estaba comenzando a estabilizarse. Las pérdidas aún dolían, pero cada día dábamos un paso más hacia adelante.—Ahora que hemos recuperado todo, ¿qué sigue? —preguntó Adriana, su tono más ligero, pero con una genuina curiosidad.—Construir algo nuevo. Algo
POV de AdrianaLa tensión en la casa se podía cortar con un cuchillo. Diego estaba en la oficina, revisando documentos, haciendo llamadas, preparando lo que él llamaba "el golpe final". Yo lo observaba desde la puerta, los brazos cruzados, tratando de contener la frustración que me hervía por dentro.—¿Vas a decirme qué estás planeando o sigues en tu papel de lobo solitario? —pregunté finalmente.Diego levantó la vista de los papeles y suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado.—No es el momento, Adriana.—No es el momento, no es el momento… Llevas semanas diciendo lo mismo.Caminé hacia él y coloqué las manos sobre el escritorio, obligándolo a mirarme.—Nancy no se va a detener porque sigas enterrado en estos papeles. Y tampoco vamos a salir de esto si sigues tratándome como si no pudiera manejarlo.Diego cerró los ojos un segundo, como si estuviera buscando paciencia.—No te estoy dejando fuera, Adriana.—¿Ah, no? ¿Entonces por qué me siento así?Él se quedó en silencio. M
POV de AdrianaLa brisa nocturna se colaba por la ventana abierta, moviendo las cortinas suavemente. Me senté en el borde de la cama, mirando a Diego, quien estaba junto a la ventana con una copa de whisky en la mano. Sus ojos estaban fijos en la ciudad, pero sabía que su mente estaba lejos de allí. —Sigues pensando en todo, ¿verdad? —pregunté en voz baja. Diego giró levemente la cabeza, pero no respondió de inmediato. Dio un sorbo al whisky antes de mirarme. —Es difícil no hacerlo. Me levanté y caminé hacia él, apoyando una mano en su brazo. —Lo logramos, Diego. Nancy ya no es una amenaza. ¿Por qué sigues con esa expresión? Su mandíbula se tensó y dejó la copa sobre el alféizar de la ventana. —Porque sé que los problemas nunca desaparecen del todo. Solo cambian de forma. Suspiré. Lo entendía. Ninguno de los dos estaba acostumbrado a la tranquilidad. Siempre habíamos vivido al borde de una guerra, esperando el próximo golpe. —Quizás esta vez sí sea diferente —dije, qu
POV de AdrianaLa tensión en el aire era sofocante. Podía sentir cómo la habitación se hacía más pequeña a mi alrededor mientras miraba a Diego, quien sostenía unos documentos con una expresión de pura incredulidad. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos oscuros recorriendo las palabras una y otra vez, como si no pudiera creer lo que estaba leyendo.—No puede ser… —murmuró, su voz apenas un susurro cargado de furia contenida.—¿Qué pasa? —pregunté, dando un paso hacia él.Diego levantó la mirada hacia mí, y en sus ojos vi algo más que enojo: vi dolor.—Nancy… —Respiró hondo, intentando controlar sus emociones—. No solo nos traicionó ahora. Nos ha estado traicionando desde hace años.Mi estómago se hundió.—¿Qué quieres decir?Él dejó caer los documentos sobre la mesa con un golpe seco. Me acerqué lentamente y miré las páginas. Eran contratos, cuentas bancarias, transferencias de dinero… nombres que reconocía y otros que no. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras mi mente trataba d
POV de DiegoLa tensión en el aire era insoportable. Sabía que se avecinaba un movimiento grande, un golpe que tenía el potencial de cambiarlo todo, pero la cuestión era simple: ¿lo vería venir a tiempo?Me encontraba en la sala de reuniones de mi empresa, observando a los socios e inversores que esperaban mi decisión. Desde afuera, cualquiera diría que era un simple encuentro de negocios, pero yo sabía que era algo más. Esto era una guerra disfrazada de negociaciones.—Señores, creo que todos sabemos por qué estamos aquí —dije con calma, cruzando los dedos sobre la mesa—. Los últimos ataques contra la empresa no han sido accidentes ni coincidencias.Los murmullos comenzaron de inmediato. Algunos rostros mostraban sorpresa, otros solo interés. Pero había un par de miradas que intentaban no reaccionar, y esos eran los que más me interesaban.—¿Qué sugieres, Diego? —preguntó Ricardo, uno de los inversores más antiguos.—Sugiero que miremos a nuestro alrededor y nos preguntemos quién tien
POV de DiegoLa tensión en la habitación era palpable. Mis aliados más leales estaban reunidos, sus rostros serios, sus miradas llenas de determinación, pero también de incertidumbre. Sabían que esta noche marcaría un antes y un después en nuestras vidas.Me apoyé en la mesa de la sala de reuniones y recorrí con la vista a cada uno de ellos.—No hay margen de error —dije con voz firme—. Hemos trabajado demasiado para llegar hasta aquí. Nos han atacado desde las sombras, han intentado destruirnos, y esta es nuestra oportunidad de cerrar este capítulo de una vez por todas.Adriana estaba a mi lado, su mano descansando sobre la mía por un breve momento antes de apartarla. Sabía que estaba tan preocupada como yo, pero su lealtad era inquebrantable.Robert fue el primero en hablar.—Todos estamos contigo, Diego. Pero tenemos que ser inteligentes. Ellos tienen ventaja en los números y en los recursos.—Nosotros tenemos algo mejor —dije, apoyándome más en la mesa—. Conocemos sus debilidades.
POV de DiegoEl sol de la mañana se filtraba por las enormes ventanas de mi oficina mientras observaba la ciudad despertar. Después de todo lo que habíamos pasado, todo el caos, las traiciones y las luchas, finalmente teníamos un respiro. Adriana y yo habíamos ganado la batalla, no solo contra nuestros enemigos, sino también contra las dudas y los miedos que nos habían perseguido durante tanto tiempo.El negocio de la familia estaba en proceso de recuperación. Habíamos logrado estabilizar las finanzas, recuperar clientes y, lo más importante, limpiar la empresa de aquellos que solo querían destruirnos desde adentro. Sin embargo, aún quedaba mucho trabajo por hacer.Escuché el sonido de unos tacones acercándose y, antes de que pudiera girarme, Adriana entró en la oficina con una taza de café en la mano.—Pensé que podrías necesitar esto —dijo, dejándolo sobre mi escritorio.Le dediqué una sonrisa, agradecido por el gesto.—Eres la única razón por la que sigo de pie.Ella rió suavemente,