POV de DIEGO
Las noches ya no dolían como antes.
Después del juicio, después de verla mantenerse firme ante una tormenta que no le correspondía, algo dentro de mí cambió. Ya no se trataba solo de defender mi nombre, mis empresas, o mi reputación. Se trataba de defenderla a ella. Y aunque siempre lo supe en algún rincón de mi mente, ahora lo sentía como una verdad que me quemaba la piel.
Adriana dormía a mi lado, en mi cama… pero ya no como una pieza temporal dentro de un contrato. Ahora era diferente. No lo habíamos dicho en voz alta —ninguno de los dos se apresuraba a romper esa delgada línea que aún quedaba entre lo profesional y lo personal—, pero lo sabíamos. Lo sentíamos.
El contrato ya no nos ataba.
Lo que nos unía ahora era mucho más complejo. Más real.
Me desperté antes que ella, como de costumbre. Me quedé ahí unos minutos, mirándola. Su respiración tranquila. Sus labios entreabiertos. Su cabello revuelto en mi almohada. Se había acostumbrado a dormir de mi lado de la cama, y