POV de Diego
Adriana se quedó inmóvil, su respiración entrecortada mientras mis palabras se asentaban entre nosotros como un arma cargada. Siempre había sido orgullosa, siempre desafiante, pero esta noche había algo más en sus ojos…
Miedo.
No de mí. No realmente. Sino de ella misma. Del peso de la verdad que había intentado negar durante tanto tiempo.
Exhalé despacio, aferrándome al volante. La noche se extendía a nuestro alrededor, impregnada del aroma de la lluvia y la pólvora. La había recuperado, pero algo me decía que esta guerra entre nosotros estaba lejos de terminar.
—Vamos adentro —dije, mi voz más tranquila ahora, pero no menos firme.
Dudó por un instante, sus dedos temblando sobre su regazo, antes de asentir finalmente. Salí del coche primero y rodeé para abrir su puerta. Me miró con una expresión cautelosa, pero no protestó cuando le tendí la mano.
Dentro de la hacienda, el aire pesaba con un silencio cargado de tensión. Mis hombres se mantenían en el pasillo, sus miradas