El aire en mi oficina era denso, cargado de humo de cigarro y la fragancia a cuero viejo de los muebles. Con Luis muerto y su traición enterrada bajo metros de tierra, mi prioridad era reforzar mi poder antes de que otro intento de traición surgiera. No había espacio para débiles ni para dudas. Solo los fuertes sobrevivían en este mundo, y yo no tenía intención de caer.Por eso, cuando recibí la propuesta de reunión con Héctor Montoya, supe que era una oportunidad que no podía dejar pasar. Montoya no era cualquier empresario. Su nombre pesaba tanto como el mío en los círculos de poder, y su reputación de hombre despiadado lo precedía. Un acuerdo con él podía fortalecer mi imperio, o también significar una trampa mortal.Adriana, sin embargo, no compartía mi visión. Desde el momento en que mencioné su nombre, su expresión se endureció.—Ese hombre es peligroso, Diego —advirtió, con los brazos cruzados y la mirada afilada. —No te fíes de él.Solté una leve risa, apoyándome en mi escrito
POV de DiegoLa noche era sofocante, cargada de una tensión que se arrastraba entre las sombras. La ciudad nunca dormía, pero yo podía escuchar el silencio que acechaba entre las luces parpadeantes de los edificios. Mientras manejaba por las calles desiertas, mis pensamientos estaban enredados en una sola cosa: Montoya.Desde nuestra reunión, algo en él no me cuadraba. Era astuto, demasiado calculador, y yo sabía que los hombres como él nunca ofrecían su mano sin tener un cuchillo escondido en la otra. Pero mientras yo manejaba las amenazas externas, Adriana se había encargado de otra batalla, una que yo ni siquiera sabía que existía.Cuando llegué a la casa, la encontré en su despacho, su rostro tenso mientras pasaba las páginas de un archivo. No alzó la vista cuando entré, pero su cuerpo se puso rígido. Algo iba mal.—Dime lo que está pasando —ordené, cruzando los brazos.Adriana exhaló y cerró el archivo con un golpe seco. Cuando levantó la mirada hacia mí, había algo en sus ojos q
POV de DiegoEl whisky en mi vaso apenas se había movido, pero mis dedos lo giraban lentamente mientras mi mente trabajaba en silencio. El aire dentro de mi oficina estaba cargado, no solo por el humo del cigarro que se disipaba en el techo, sino por la incertidumbre que había comenzado a filtrarse en mi mundo como una maldita enfermedad.Montoya.Ese cabrón tenía algo que no me cuadraba. Su oferta era demasiado buena, su disposición demasiado fácil. Los hombres como él nunca daban nada sin esperar algo a cambio, y yo tenía la sensación de que el precio sería más alto de lo que parecía.Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos."Entra."Javier apareció con su habitual expresión seria. "Adriana quiere verte."Fruncí el ceño. "¿Sobre qué?"Javier dudó, lo cual ya era suficiente para hacerme tensar la mandíbula. "No lo sé, pero parece importante."Me levanté, dejando el vaso sobre el escritorio. Si Adriana tenía algo que decirme, significaba que había estado metiendo las narices
POV de DiegoLa noche era espesa, cargada de humedad y peligro. Desde mi oficina, las luces de la ciudad se extendían como un manto traicionero, lleno de promesas y amenazas. Montoya, Nancy y Dave creían que podían moverse en las sombras sin que yo los viera. Estaban equivocados.Adriana me había dado información valiosa, pero no bastaba con saber. Había que actuar con precisión, sin errores. La guerra no se gana con balas solamente, sino con estrategia. Y si algo había aprendido en todos estos años, era que los enemigos más peligrosos no eran los que atacaban de frente, sino los que sonreían antes de apuñalarte por la espalda.Javier entró sin anunciarse, como siempre lo hacía cuando traía noticias importantes."Montoya se está moviendo," dijo con voz grave."¿Adónde?" pregunté, apoyando los codos en el escritorio."A un club en la zona norte. Uno exclusivo. Se reunirá con alguien esta noche."No pregunté cómo lo sabía. Javier tenía contactos en cada rincón de la ciudad, y si Montoya
POV de DiegoEl sol aún no había salido cuando abrí los ojos. No había dormido mucho, pero eso no era nada nuevo. En este negocio, el descanso era un lujo que no podía permitirme.Adriana aún dormía a mi lado, su respiración tranquila contrastando con la tormenta en mi mente. Montoya había aceptado verme hoy, pero sabía que no lo hacía con buenas intenciones. Ese cabrón planeaba algo, y yo tenía que estar preparado.Me levanté sin hacer ruido y me dirigí al baño. Me miré en el espejo: ojeras marcadas, una barba de dos días y la mirada de un hombre que no podía permitirse un solo error.Montoya había cruzado la línea al reunirse con Nancy y Dave. Eso significaba que tenía su propio juego en marcha. Pero lo que más me jodía era no saber qué tan profundo llegaba su traición.Salí de la habitación y encontré a Javier en la sala, tomando un café como si no fuera casi de madrugada."¿Listo para hoy?" preguntó sin rodeos."Lo estaré." Me serví un poco de café y me senté frente a él. "¿Alguna
POV de AdrianaEl aire en la casa se sentía denso, como si el peligro acechara en cada sombra. Desde que descubrí la verdad sobre Montoya, Nancy y Dave, una sensación de urgencia no me dejaba respirar con tranquilidad. Sabía que debía decírselo a Diego, pero tenía que hacerlo con cuidado.Diego no era un hombre que aceptara traiciones con calma. La última vez que alguien intentó jugar con él, el resultado fue un baño de sangre.Y ahora, si le decía que Montoya estaba financiando a sus enemigos, podía ser la chispa que encendiera una guerra.Respiré hondo y revisé los documentos de nuevo, asegurándome de que no me estaba equivocando.Cada reunión. Cada transacción. Cada intercambio de mensajes ocultos.Todo estaba ahí.Montoya había estado moviendo dinero a través de cuentas fantasmas para fortalecer a Nancy y Dave. No quedaba duda de que estaban planeando algo grande.Pero, ¿qué tan cerca estaban de atacar?Encendí un cigarrillo y caminé hasta la ventana, tratando de organizar mis pen
POV de DiegoEl whisky sabía amargo en mi lengua, pero no tanto como la traición.Me quedé mirando el líquido ámbar en mi vaso, girándolo lentamente mientras mi mente analizaba cada detalle.Montoya lo sabía.Se dio cuenta de que Adriana lo estaba observando, de que algo en la dinámica había cambiado.Eso significaba que se movería rápido.Y si se movía rápido, nosotros teníamos que hacerlo primero.Me giré hacia Adriana, que estaba sentada en el sofá, con las piernas cruzadas y la expresión impenetrable.—¿Cuánto tiempo crees que tenemos antes de que haga su primer movimiento? —pregunté.Ella exhaló suavemente y se pasó una mano por el cabello.—No más de una semana. Tal vez menos.Eso no era suficiente.Montoya no era el tipo de hombre que atacaba sin estar seguro de que tenía la ventaja. Si se apresuraba, significaba que ya tenía algo preparado.Y eso me preocupaba.—Necesitamos información. —Bebí lo que quedaba en mi vaso y lo dejé sobre la mesa con un golpe seco—. Si vamos a hace
POV de AdrianaEl auricular en mi oído vibraba con la respiración controlada de los hombres de Diego. Mi corazón latía con fuerza mientras observaba la transmisión de las cámaras de seguridad. Montoya estaba sentado frente a Diego, su sonrisa relajada, pero sus ojos afilados.No me gustaba esto.No me gustaba en absoluto.—¿Tenemos confirmación de que sus hombres están aquí? —susurré por la línea.—Sí —respondió Marco, uno de los hombres de Diego—. Hay al menos cuatro con él, pero podrían haber más en las sombras.Diego parecía tranquilo, como si realmente estuviera disfrutando de su copa, pero yo sabía leerlo mejor que nadie. Había tensión en sus hombros, en la manera en que sus dedos descansaban sobre el vaso.Montoya se inclinó hacia adelante, hablando en voz baja.—¿Tienes el audio? —pregunté.—Apenas. Está distorsionado —respondió Marco.Maldita sea.Miré por la ventana del auto. Estaba estacionada a unas cuadras del club, lista para entrar si las cosas se torcían.—Asegúrense de