POV de DiegoLa habitación estaba sumida en un silencio que, en otro contexto, habría sido reconfortante. Pero esta vez, el silencio era una cuerda invisible que se tensaba entre Adriana y yo, lista para romperse en cualquier momento. Ella estaba sentada al otro lado de la mesa, con los brazos cruzados, su mirada fija en la pared como si quisiera evitar que nuestras miradas se encontraran. Y yo, en un intento por contener mi frustración, apretaba los puños con tanta fuerza que sentía las uñas clavarse en mis palmas.Había algo entre ella y Robert, algo que se deslizaba entre las sombras de sus conversaciones. Podía verlo en la forma en que sus miradas se buscaban, en los murmullos que compartían cuando creían que yo no estaba prestando atención. Y, sin embargo, lo que más me enfurecía no era la posibilidad de que me estuviera traicionando. No, lo que me volvía loco era que, a pesar de todo, seguía deseándola, como si el veneno de esa conexión que teníamos fuera imposible de arrancar d
POV de DiegoEsa noche no pude dormir. Mi mente giraba en círculos, atrapada en un torbellino de recuerdos y pensamientos amargos. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Adriana alejándose de mí, con esa mezcla de desprecio y dolor en su mirada. Me sentía atrapado, como un animal acorralado, incapaz de decidir si debía atacar o retroceder.Adriana me odiaba, eso era evidente. Podía verlo en su lenguaje corporal, en la frialdad de su tono, en la manera en que se apartaba de mí como si mi presencia le resultara insoportable. Pero lo que más me dolía, lo que realmente me destrozaba por dentro, era la idea de que podría estar volcando su atención y sus emociones en Robert.Ese hombre no merecía estar cerca de ella. Era un oportunista, alguien que había sabido aprovechar cada grieta en nuestra relación para colarse, como una sombra indeseada. Pero, por más que lo odiara, no podía culparlo del todo. Al final, la culpa era mía. Yo había permitido que las cosas llegaran a este punto
POV de AdrianaCuando Elena se acercó a mí esa tarde, no sospeché nada. Había algo en su sonrisa, en la forma en que inclinaba ligeramente la cabeza mientras hablaba, que parecía genuino. Me encontré aceptando su compañía porque, para ser honesta, necesitaba un respiro. Después de las constantes discusiones con Diego y la sensación de estar atrapada en un círculo vicioso de acusaciones y desconfianza, cualquier distracción era bienvenida.Elena se presentó como un apoyo inesperado. Siempre tenía palabras tranquilizadoras y parecía comprender lo que estaba pasando.—Diego puede ser intenso, ¿verdad? —me dijo mientras tomábamos café en una terraza tranquila. Su tono era casual, pero sus ojos buscaban algo, una reacción quizá.Asentí lentamente. Era cierto, Diego era intenso. Pero también había un amor profundo en él, aunque últimamente estaba enterrado bajo capas de celos y amargura.—A veces siento que no me entiende —confesé, sin darme cuenta de que con cada palabra que compartía, le
POV de AdrianaDiego me había aislado completamente, no solo con sus amenazas, sino también con su constante control. Cada conversación, cada interacción que tenía, parecía ser vigilada de cerca. Y como si eso no fuera suficiente, Elena estaba ahí, manipulando todo desde las sombras. Su sonrisa falsa, sus palabras cuidadosamente elegidas para parecer aliada, y ese veneno sutil que diseminaba a mis espaldas… No podía evitar sentir que estaba completamente sola en esta guerra que ni siquiera había elegido pelear.Por eso, cuando Robert apareció esa noche, fue como un rayo de luz en medio de la oscuridad. No sabía si debía confiar en él, pero algo en su mirada, en la forma en que hablaba, me hacía creer que, al menos, no estaba tratando de hundirme como los demás.—Adriana, ¿puedo entrar? —preguntó desde la puerta de mi apartamento. Había insistido en verme después de haber escuchado un comentario que Diego hizo en una de sus reuniones. Al principio, dudé. Dejar que alguien más entrara a
POV de AdrianaEsa noche, el silencio de mi apartamento se sentía casi ensordecedor. Las palabras de Robert resonaban en mi mente como un eco interminable: “Puedes hacerlo, Adriana. Eres más fuerte de lo que crees.” Pero por más que quisiera aferrarme a esa esperanza, el miedo aún me tenía atrapada en sus garras. Diego no era un hombre que aceptara desafíos, y mucho menos de alguien a quien consideraba suyo.Las horas pasaron lentamente, y aunque el cansancio pesaba sobre mí, mi mente no me dejaba descansar. Imaginaba todas las formas en las que Diego podría reaccionar si sospechaba que algo se estaba gestando en su contra. Sabía que no solo era capaz de manipularme, sino también de destruir a cualquiera que se interpusiera en su camino. Y, aunque Robert decía estar dispuesto a protegerme, no podía evitar preocuparme por lo que le podría pasar si Diego lo veía como una amenaza.A la mañana siguiente, me preparé como si nada estuviera ocurriendo. El espejo me devolvió una imagen que no
POV de DiegoEl informe llegó temprano esa mañana. Apenas abrí el sobre sellado y leí las primeras líneas, sentí que algo se rompía dentro de mí. Las palabras eran claras, precisas, frías. Mis sospechas se confirmaban: Adriana y Robert se reunían a mis espaldas, en secreto. Mi sangre hervía mientras mis ojos recorrían los detalles del informe. Fotografías de ellos conversando en un café, caminando juntos en una calle poco transitada, incluso entrando al mismo edificio en horas tardías.Respiré hondo, intentando controlar el impulso de aplastar los papeles entre mis manos. No podía permitir que la ira me dominara, no aún. Si algo había aprendido en los años construyendo mi imperio era que la paciencia y la estrategia siempre triunfan sobre el caos. Pero eso no significaba que el dolor fuera más fácil de soportar.Adriana... ¿cómo podía hacerme esto? Después de todo lo que le había dado, después de todo lo que habíamos compartido. Y Robert, ese hipócrita. Siempre había sentido que algo
POV de AdrianaDesde el momento en que Diego comenzó a actuar de manera más atenta conmigo, algo dentro de mí no encajaba. No era el tipo de atención que solía darme, no era el Diego posesivo que solía controlar cada aspecto de mi vida. Esta vez, era algo más calculado, más frío, y aunque su voz sonaba amable, podía sentir las corrientes subterráneas de su verdadera intención.Cuando me habló sobre ese "proyecto importante" que quería que supervisara, no pude evitar sentirme atrapada. Diego rara vez delegaba cosas importantes, y menos en alguien como yo, a quien siempre consideraba más un adorno que una verdadera aliada en sus negocios. Pero sabía que no podía negarme. Con Diego, siempre había consecuencias si algo no salía como él quería.—Por supuesto, Diego, me encargaré de ello —le respondí con una sonrisa que apenas sostenía.Él me observó con una intensidad que me hizo estremecer. Su mirada decía más de lo que sus palabras jamás podrían. Asentí y salí de su despacho lo más rápid
POV de DiegoSabía que él y Elena estaban detrás de todo esto. No hacía falta ser un genio para conectar los puntos. Dave siempre había sido ambicioso, demasiado ambicioso, y Elena... ella era la maestra del engaño, capaz de manipular cualquier situación para su beneficio. Su alianza era una amenaza directa, una que no podía ignorar.En la sala de reuniones, mis manos se cerraban en puños sobre la mesa mientras escuchaba a mi equipo hablar sobre los retrasos. Mi abuela, sentada al otro lado de la mesa, me observaba con esa mezcla de decepción y preocupación que tanto odiaba.—Diego, esto no es lo que me prometiste —dijo finalmente, su voz calmada pero llena de autoridad.—Sé lo que dije, abuela. Y voy a solucionarlo.Ella levantó una ceja, escéptica.—Espero que así sea. Porque si no puedes manejar esto, quizás deba reconsiderar algunas decisiones sobre el liderazgo de esta empresa.Sus palabras eran como un veneno que corría por mis venas. Mi abuela siempre había sido mi mayor apoyo,