Todavía seguía en total desacuerdo de que Dan me estuviera ayudando a lavar la ropa. Pero él insistió demasiado y tuve que aceptar su ayuda, claro asegurando que no me haría responsable de las consecuencias.
Unos veinte minutos después ya casi todas las cestas con ropa sucia están vacías y solamente nos queda colgarlas en las cuerdas para que se sequen.
—Debes estar cansada, Cloe.— Dijo Dan.
—Al menos es mejor esto a estar por allá en el bosque de noche.— Le dije.
—Todavía sigo estando en desacuerdo de que te hayan puesto este castigo.— Dijo y suspiro.
—Dan, yo no tengo ningún problema en haber lavado toda está ropa.— Suspire y cerre mis ojos por breves segundos, —Pero, ¿Si quieres hablo con Abraham y le pido que me envíe de nuevo al bosque?
—Por supuesto que no, Cloe.— Dan me estaba comenzando a ayudar a terminar de colgar la ropa.
—Entonces guarda silencio, ¿Puedes?— Le dije con seriedad, —Es más, ve a practicar boxeo.
—Yo...
—Y no es una sugerencia, es una orden y no quiero que me