Lo miré y Daniel continuó:
—Están en la misma clase.
Sofía, como queriendo presumir, dijo:
—¡Observé a todos los niños de nuestra clase y Gabriel es el mejor cuidado!
—En ese momento pensé que sería genial si la mamá de Gabriel pudiera ser mi mamá.
Mostró una dulce sonrisa:
—Ahora mi sueño se hizo realidad.
Era tan dulce y adorable.
Mi frío corazón se sintió cálido con sus palabras.
Sonreí mirando sus mejillas sonrosadas:
—Felicidades.
Sofía siguió comiendo entre risitas tontas.
—Ya que acepté ser su madre, debo actuar como una verdadera madre y encargarme de llevarla y traerla, ¿no? —dije mirando a Daniel—. Iré sin importar quién esté en la escuela.
Daniel asintió:
—Entonces te lo encargo.
—No es molestia, es mi deber —respondí casualmente.
Pensé que Sofía había mejorado después de hablar tanto conmigo.
Pero...
Seguía sin responder a nadie más en casa, incluso cuando Daniel le hablaba solo asentía o negaba con la cabeza.
Sentada en el auto, mirando a Sofía a mi lado, entendí por qué D