Capítulo 38 La agonía de una bruja

Me empuja con fuerza y caigo sobre la cama, el dolor punzante en el cuello es abrumador.

La expresión de su rostro es difícil de explicar, sus ojos son completamente negros y ver mi propia sangre resbalar en la comisura de sus labios es perturbador.

No puedo moverme, mis extremidades se encuentran congeladas. Pese al dolor que experimento no dejo de mirar su rostro, lo que siento no se compara con lo que él siente en este momento.

Lo vio todo, cada parte del espantoso recuerdo.

Mientras mordía él mismo me obligo a confesar sí era verdadero o falso el rumor de Annie, escuché su voz en mi cabeza, no pude controlar siquiera lo que pensaba.

Sabía que ocultaba algo al resistirme, indagó más y más hasta llegar.

Al darse cuenta no lo creía del todo. Saco sus colmillos de mi cuello y con voz temblorosa negó —No es cierto....dime que no es cierto.

Pude sentir como lo rompí por dentro al afirmar.....que mi propia abuela mató a su madre.

>>No quería decirlo así, no fue el día ni el momento
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