Después de sacar nuestras cosas de nuevo y meterlas al auto, Ethan condujo sin rumbo pero luego se detuvo a un costado de la carretera, le hace verlo a los ojos y nota las lágrimas que tenía en sus ojos avellanas.
—No tienes que derramar una lágrima por ellos, no lo merecen.
—Creí que sería diferente a esto. —murmuro limpiando mis ojos. —Jamás pensé que ellos fueran así..
—¿A dónde quieres ir ahora?.
—Quiero ir a casa. —Fui sincera. —¿Habrán vuelos disponibles a esta hora?.
—No lo creo. —enciende de nuevo el auto. —Tendríamos que esperar hasta mañana para poder volver a Italia, por ahora hay que quedarnos por esta noche en algún hotel.
Recordé que traía entre mis cosas la copia de la llave de la mansión del anciano víctor.
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