Mara mantuvo una calma espeluznante.
Su rostro no mostró ni una pizca de sorpresa, solo una seriedad implacable mientras sus ojos evaluaban a Alaric con la precisión de un halcón.
Orión, a su lado, estaba pálido, y su respiración se había acelerado.
A diferencia de Mara, Orión no podía creer lo que