—¿Qué has dicho? ¡Esto es inconcebible! —las palabras fuertes y demandantes resonaron en la costosa y elegante habitación de hotel.
Triana Ayesa, quien observaba todo en silencio, notó cómo Stephan Rider caminaba de un lado a otro, al parecer desesperado por alguna razón, mientras revolvía su cabell