Christian salió de mala gana de la casa donde estaba con Lynda, no quería dejarla sola, sabía que su relación aún era muy frágil, apenas se estaban sustentando las bases, y cualquier situación no aclarada entre ellos, podía traerles malentendidos, por otra parte, su mayor temor era que ella terminara cansándose y abandonándolo “Así cómo lo hizo mi madre con mi padre y él no lo soportó”, expresó en su interior, mientras un sudor frío y un profundo miedo lo recorría de pies a cabeza, produciéndole hasta escalofríos.
—No voy a tardar, entro y salgo mi Lynda, te lo prometo —declaró como si estuviese diciéndoselo a ella.
Aceleró tratando de hacer el recorrido en el menor tiempo posible, llegó al edificio y subió hasta el apartamento, encontró a Lynnet acostada en el sofá