El cuerpo de Lynda se tensó al escuchar las estupideces dichas por Christian, no podía creer sus palabras, para empezar no tenía ningún derecho de dirigirse a ella de esa manera, porque si pensaba que ella no era la mujer de quien se había enamorado, a pesar de estar casada con él, podría hacer como se le diera la gana y a él no debería importarle con quien se acostaba o no. Sin embargo, prefirió no responderle eso, porque causaría más complicaciones, entonces optó por insultarlo.
—Christian Goldman, tú no tienes derecho a llamar bastardo a mi hijo, porque sin importarme lo que tú pienses, te puedo asegurar, fue concebido con amor, aunque después su padre haya resultado un reverendo animal —pronunció con indignación.
Entretanto, él se acercó a ella de forma peligrosa y con su rostro cercano a