Lynda, sentía la boca furiosa de Cristian en sus labios, devorándolos con arrebato, aunque también sintió su cuerpo encenderse ante el contacto de las manos del hombre, pese a ello, no estaba dispuesta a que la trataran de esa manera, empezó a empujarlo con fuerza, para quitárselo de encima, pero él era más fuerte.
Se aferró a su cuerpo, descendió por su cuello y como el vestido era obstáculo para tocarla, con las dos manos tomó los dos extremos del escote y lo empezó a destrozar.
—¡No Christian! ¡Así no! —exclamó con un grito.
—No te vengas a hacer la puritana conmigo, no recuerdas que te vi revolcándose con ese hombre el mismo día de nuestro compromiso y esta noche abrazada con ese niñato, seguramente si me tardaba unos minutos, te hubiese encontrado ret