PROPUESTA

CAPITULO 3

Antonio abrió los ojos, el nunca podría casarse con una loba como Luciana, por lo menos no con su vida de antes.

Su padre, Roman, había tenido una aventura con su madre antes de casarse, ella quedó embarazada pero al ser una humilde Loba Omega, el solo la abandonó dejandole unas prósperas tierras de campo para vivir.

Es verdad, tenía dinero, sus cultivos se vendían, pero el no era para nada como Mateo, mientras su hermano aprendía y estudiaba, el trabajaba de sol a sol, la fuerza de su mano y la habilidad de pelear la aprendió en su vida dura.

Cuando lo buscaron para informarle que su padre antes de morir reconoció a su hijo ilegítimo y le daba su apellido, no quería aceptarlo.

Sabía que estaba lejos de ser el Alfa adecuado, el único atributo era su fuerza, pero su madre se lo pidió, sintiendo que le regresaba a su hijo ese derecho que le había quitado su padre.

El, un lobo de campo, ordinario, sin educación, veía como imposible , tener a una loba de buena familia, educada, hermosa, era un sueño utópico en su vida, que parecía materializarse.

— ¿Está seguro? Yo regresaré a mis tierras y créame que están lejos de ser parte de la vida cómoda de Luciana — Antonio quería regresar al lado de su madre a la hacienda rústica pero en la que se sentía cómodo.

— No deberías, eres el Alfa, este es tu lugar y puedes tomar la mano de mi bella hija a tu lado como reina, el dote que te pediré sera poco elevado, en comparación a las riquezas que has heredado — Francisco tenía una lista preparada, según sus palabras era el dote que esperaba entregarle a un lobo que hiciera feliz a su hija.

Antonio abrió los ojos, la lista incluía no solo propiedades, si no el peso de Luciana en oro, y algunas joyas.

—¿Ella sabe de esto?— cuestiono Antonio, necesitaba saber que pensaba Luciana de la propuesta.

— Aún no, ella me confirmó que tiene sentimientos por ti, y que desearía tener a un lobo como tú — Francisco mintió, pero no iba a desaprovechar la oportunidad y le pidió que pensara la propuesta.

— Le daré mi respuesta mañana en la cena de honor que me harán los sabios para darme la bienvenida como Alfa — Antonio le dió la mano a Francisco y salió de la habitación.

La conversación fue escuchada a medias por Adriana, ella le había confesado días anteriores a su hermano que le gustaba el Alfa y desearía ser su esposa, Francisco no le dijo nada, pero al escuchar esa conversación sintió alegría, pensó que estaban haciendo trato por su mano.

Subió emocionada a las escaleras y por primera vez abrazo a Luciana que abrió los ojos sin saber porque está muestra de cariño de su tía antipática.

— Me voy a casar, tu padre le ha pedido un dote a el Alfa por mi mano, y el dijo que le dará una respuesta mañana pero estoy segura que sera un Si — Adriana sentía que sus días como la soltera mayor de las lobas había terminado, que se casaría con el lobo que le gustó desde el primer momento.

— Me alegro tía y me encargaré de que te veas preciosa — Luciana la abrazo, a pesar de sus tristezas, deseaba la felicidad de los demás.

De inmediato la joven loba decidió hablar con su padre — Mi tía Adriana escucho todo, Apoyo tu decisión, el Alfa Antonio va a ser un buen esposo — Lucíana hablaba acerca del compromiso de su tía pero en medio del contexto su padre malinterpreto.

— Me alegro, creeme que el dinero del dote me servirá para pagar las deudas y recuperarme económicamente, me siento débil y enfermo, esto es lo mejor que me puede pasar — Francisco abrazo a su hija, le agradecía a pesar que Luciana no comprendía las palabras de su padre, supuso que lo decía por su apoyo, pero a la joven loba le preocupo está revelación, no sabia que su padre estaba enfermo por la mala situación económica.

Antonio decidió hablar con Ezequiel, el sabio que desde el primer momento le dió su apoyo incondicional.

— Quiero pedir la mano de Luciana Bianchi, y necesito este dote, nunca he gastado tanto dinero en mi vida pero ella lo vale — Antonio se mordía el labio, tenía miedo de no recibir el dinero.

— No debes pedirme permiso, todo esto es tuyo, Luciana es la loba ideal para ser la esposa de un Alfa, aunque su padre solo la está usando para pagar sus deudas, yo apruebo lo que vas a hacer — Ezequiel le confirmo que podría casarse con ella y pagar el dote exagerado que pedía Francisco.

Llegó el día de la cena.

Antonio se compró ropa de seda y algodón, su piel nunca había estado en la comodidad de un buen traje, sentía que debía gustarle a Luciana y estar a su nivel.

Al llegar, su mirada se fue encima de ella, como siempre se veía hermosa, con su cabello rubio y ondulado, un hermoso vestido negro elegante, con el que Luciana pretendía seguir guardando luto por Mateo

— Estás muy hermosa, la luz que ilumina la manada — Antonio le dió un beso en la mano.

Lucíana sonrió, abrió los ojos sorprendída por el cambio de ropa y estilo de Antonio, parecía mucho más un Alfa que el jinete sucio que la salvó.

— Pero está es su noche, se lo que hará y es quien debe brillar — Luciana le dió un beso en la mejilla, y su perfume de gardenias se quedó impregnado como un veneno que llegó hasta el corazón por las fosas nasales de Antonio.

—¿Su padre hablo con usted?— Antonio se sonrojo mientras la miraba esperando una respuesta positiva de su parte.

— Si, y por supuesto que estoy de acuerdo, se que será un buen esposo — Luciana hablaba de su tía, sus palabras discretas sin dar nombres o señalar fueron el clavo que sello la mala interpretación.

En la gran mesa en medio del bosque de la manada, todos los lobos comían y bebían, todos intentaban festejar después de su desgracia.

Antonio tomó la voz.

— Hoy en medio de esta celebración y recibimiento, quiero pedir delante de ustedes la mano, de la loba que será mi compañera y deseo que me acompañe el resto de mi vida — Antonio se acercó hasta la mesa de Francisco.

Adriana que tardo toda la tarde haciendo un hermoso peinado en su cabello, levantó el pecho esperando que él llegara hasta donde ella.

Sin embargo su rostro se puso pálido al ver que los ojos de Antonio, se dirigían hacia Luciana.

—¿Quieres ser mi esposa Luciana?— Antonio le entregó un hermoso anillo de oro y esmeralda que pertenecía a la joyería de su padre.

Lucíana mando saliva, su rostro se puso pálido mientras los lobos aplaudían esperando una respuesta.

Antonio de manera romántica se arrodilló, era el gesto más noble de un Alfa, pero ella se fue corriendo lo que dejó a todos incrédulos, ¿Rechazó al Alfa?

Francisco se excuso — Estaba muy nerviosa, hablaré con ella —.

El lobo fue tras su hija que estaba hiperventilando.

— No me puedo casar con el, yo amo a Mateo — las lagrimas salían de los ojos de Luciana mientras observaba a la distancia a su manada en shock.

— Tienes que hacerlo, pensé que me lo confirmaste, pero no ahora no importa, si no te casas con el, las deudas me matarán — Francisco la tomó de los brazos, le ordenó regresar.

— Le diré que No, nunca me casare con el — dijo ella dándole un empujón a su padre.

Al llegar todos esperaban la repuesta de la joven loba, ella muy nerviosa y avergonzada se acercó hasta donde Antonio.

Este la tomó de las manos, le dió un beso en ellas y la miró a los ojos

— Se que estás nerviosa, yo también estoy muy nervioso — Antonio seguía creyendo en la ilusión de casarse con esa princesa que parecía inalcanzable.

— Antonio... Yo no ... — Luciana quería pedirle disculpas, aclararle que todo esto había Sido producto de un malentendido pero de nuevo el destino le mostraba el camino a tomar.

Una mujer llegó llorando con un bebé en brazos — ¡ Necesito su ayuda! — exclamó mientras temblaba.

Antonio y Ezequiel se acercaron a ella, le dieron una silla y le dieron un poco de agua.

—¿Que le sucede?— cuestiona Antonio.

— Me entere de la muerte de Mateo Moretti, los dos teníamos una relación, soy su concubina y tenemos un hijo — la mujer lloraba abrazando a su bebé.

— Es mentira, usted no tiene como comprobar eso — Luciana se acercó, no iba a permitir que nadie dijera una mentira de ese calibre manchando el amor entre Mateo y ella con la sombra de un engaño.

— El me dió esto, como señal de nuestro amor — la mujer levantó la mano, en su dedo anular tenía un anillo de diamantes, en forma de luna, con el sello de Mateo marcado.

Luciana se dió cuenta que era idéntico al anillo que tenía guardado en su caja fuerte, Mateo había jugado con ella.

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