69. Entre la espada y la pared
Frialdad. Oscuridad.
Los primeros días trató de congelar su corazón para que nadie se atreviera a preguntar el por qué. Nadie podía ver su debilidad. Nadie podía saber en lo absoluto cuál fue el error que cometió al dejar que, por primera vez, su corazón lo guiara. Perdido en el recóndito fondo del odio, Gerald permaneció ajeno a lo que sucedía en el mundo por su dolor oculto.
Desde la muerte de su madre, no valía quedarse en Tirana. Se marchó de ahí y ordenó a Edmund callar ante cualquiera que no fuese un allegado de confianza el lugar donde se encontraría. Desde entonces, mueve sus operaciones desde las sombras.
Ignoraba lo que su corazón sentía prestándole atención sólo a lo que necesitaban los Skhodra. Una oscuridad latente nacía desde sus entrañas. Los días y las noches felices desaparecieron y con ello lo único que lo volvía más humano. Un ser despiadado se escondía bajo las sombras.
Caroline dio a luz.
Gerald no cargó a la niña. Se la trajeron para que la observase.