No ha dormido. Scarlett sólo vio por la ventana buscando alguna posibilidad para escaparse. No la ha encontrado. En vano, dejó caer la cabeza en la ventana y así ha estado por unas cuantas horas.Alguien toca a su puerta.Es Dorothy otra vez, con una sonrisa. Trae su desayuno.—Buenos días, señorita Scarlett —dice Dorothy—. ¿Se siente bien?La comunicación con las personas de ésta casa será fatal. Sólo puede usar el lenguaje de señas con Mary…¿Mary? Una idea descabellada pasa por la mente de Scarlett al recordar lo que el señor Van Rome le haría al hospital de Mary y lo que le haría a ella. Dios. ¿Qué sucedió después que Cillian se la llevó? ¿Dónde está Mary? Scarlett aprieta los labios con pesar. Vuelve a Dorothy y se acaricia el vientre.—¿Quiere ir al baño, señorita? —sabía que Dorothy es inteligente—. Oh, de acuerdo. Sígame, por aquí —responde Dorothy con una sonrisa luego de ver a Scarlett asentir.Toma una bocanada de aire levantándose de la silla. Observa los pasillos con deter
—Ahora firmará los papeles del matrimonio.Scarlett mueve la cabeza. ¡No, no y no! Su expresión va desde la incredulidad hasta el terror. Él no puede obligarla.Scarlett niega con un movimiento de cabeza.Gerald entrecierra los ojos, fijo totalmente en Scarlett. Teme de que ataque ahora, que la asesine por haber pisado su territorio y por mentirle, que la torture como todos dicen que él hace con sus enemigos. ¿Y el niño en su vientre? ¿Qué hay de él? ¿O de ella? No es sólo de él. Estaba inconsciente cuando le hicieron la inseminación así que no hizo ningún trato con éste hombre. ¡Éste hijo es suyo sin ningún tipo de contrato!—Firme —Gerald sentencia—, no quiero que esto se alargue. No se lo recomiendo.Scarlett mueve los labios, aunque no pueda hablar, no está absuelta de que los demás lean sus labios.“No quiero.” Es lo que intentó decir.Gerald la mira con intensidad. Scarlett está arriesgando demasiado.—No le estoy preguntando —Gerald mantiene la calma, pero su paciencia parece a
—¡¿Dónde está Scarlett?!La voz de una mujer ruge como un animal sediento por los pasillos de la mansión de los Montgomery. La expresión de ésta mujer es de furia. Completa furia. Jalonea su largo vestido mientras sus tacones resuenan en el piso. Sus dientes castañean por la cólera abriendo la puerta a un nuevo salón. Frente a ella, Elijah bebe de un vino y guarda la mano en su bolsillo.—¿Dónde está? —ella pregunta, acercándose a paso decisivo, como si su mirada buscara destruir todo a su paso—. ¡¿Dónde está esa maldita?!—Esa es la pregunta, Zayda —Elijah muestra una sonrisa pequeña—. Tu sobrina desapareció —la sonrisa de Elijah cae. Oscurece su mirada—, y no sé con cuál intención.—Es imposible. Tiene que darle el hijo a la familia Harworth como dé lugar —Zayda Montgomery, la más joven de los hermanos, gemela del padre de Scarlett. Su condición de ser desplazada y ser vista como un cero a la izquierda la llevó a utilizar a su única sobrina para tomar la herencia de ella, y luego,
La sorpresa es enorme en la habitación de la clínica. Aunque anestesia deja de hacer su efecto y el sufrimiento nace en cada parte de su cuerpo, Scarlett se queda en blanco mientras escucha la explicación de Mary. El padecimiento, por más fuerte que sea no es impedimento para dejar caer la mirada hacia su vientre completamente vendado. Con cada pedazo de su ser imagina las posibilidades de éste fruto.No es uno.Son tres ángeles creciendo dentro de ella.—Tres —indescriptible es la voz de Gerald ya a su lado. Su acento marcado, teñido de una ligera sorpresa, llama la atención de Scarlett. Con miedo, ella lo mira—. ¿Son tres niños?—Así es, señor Van Rome. Es un embarazo triple —Mary se acerca hacia Scarlett. Una cara conocida, confiable, alimenta la paciencia, le alimenta las ganas de aguantar las incomodidades de los dolores—. Un embarazo triple es vulnerable, muy delicado. Sumado a lo que le sucedió a la madre, es aún más delicado. Tu embarazo tendrá que ser monitoreado las 24 horas
Con las manos temblorosas, Scarlett deja el bolígrafo al lado del papel. Le cuesta mirar hacia arriba. Su respiración baja y sube y el malestar que no había experimentado todo éste tiempo a la llegada aparece. Scarlett sube la mirada, alerta.Gerald tiene las manos entrelazadas, a la espera de algo que Scarlett no sabe. Por esa razón la tensión entre los dos acrecienta, el instante se detiene cuando ambos se dan cuenta de algo. No sólo los bebés los unen.Ahora está claro: ahora es Scarlett de Van Rome.—Saemira, Edmund —Gerald habla, sin quitarle la vista—. Mi esposa tendrá exactamente la potestad en cada uno de mis bienes. Cualquier cosa que ella ordene se le concederá sin rechistar. Es dueña de todo lo que es mío —Gerald se pone de pie. Le ofrece la mano a una Scarlett impresionada. También se pone de pie. Gerald observa a Edmund y a la mujer.—Claro, señor —responde ella, de brazos cruzados. Tiene unos ojos negros fijos en Scarlett—, soy Saemira, señora.Nula a responderle, sólo a
Cuando tocan la puerta esa temprana mañana Scarlett se limpia las lágrimas con rapidez. Ha llorado toda la noche. Toma un gran suspiro, levantándose.Quien está del otro lado no es otro más que su esposo.Scarlett sigue sosteniendo la puerta. Cuando baja la mirada, le da paso para que entre. Gerald no usa otra cosa sino pantalones de vestir y zapatos lustrados. Hoy lleva un chaleco de traje gris. En silencio visualiza toda la habitación, como si estuviera buscando algo. Scarlett cierra la puerta.—¿Cómo se siente?Scarlett se coloca la trenza que se hizo en la noche en su hombro. Comparado con el dolor de hace una semana, ya es soportable. Como no sabe como responderle, simplemente mueve su mano y da a entender que más o menos. Gerald se está colocando un reloj en la muñeca. Sus manos ocultas todavía. ¿Cuál es la razón por la que oculta sus manos? Todavía puede sentir sus dedos en su frente. Scarlett lo mira.Antes de pensarlo Gerald ya está colocando su mano en su vientre. Scarlett s
—No le haré daño. Si vino hasta mi oficina quiere saber algo —Gerald no la suelta. Su cuerpo rozando con sus pezones erectos no ayudan mucho—. Saemira, ella-Pero Scarlett se gira hacia un lado. Gerald no la forcejea y la deja salir. Poniéndose de pie, Scarlett corre hacia la puerta para salir de ésta oficina y escapar. «Tonta, tonta» ¿Cómo se te ocurre interrumpir así? Antes de abrir la mano de Gerald cierra la puerta tras de ella. Oh, cielo Santo. Scarlett logra experimentar el calor del cuerpo de su esposo tras de ella. Un roce pulcro contra la parte baja de su espalda la noquea.—Saemira no es mi amante. No es lo que piensa.¡No le interesa escuchar sus explicaciones! Scarlett sigue forcejando con el pomo, en vano. Cuando Gerald la toca en la cintura, ella se gira, con los ojos hirviendo en ira y con el susto arrancándole la respiración. Su espalda choca contra la madera de la puerta. Su esposo descansa los antebrazos al lado de su cabeza, tan cerca de ella que su aroma fresco a m
Dentro de un galpón a oscuras, de madrugada, alineados unos hombres alrededor del recinto, se escuchan doloridos quejidos que salen de tres hombres sentados con las manos atadas. Magullados, golpeados y sangrando. Nadie dice nada ante la tortura a la que son propiciados.Una tortura hecha personalmente por Gerald.Manchando su camisa blanca, parte de su rostro, no se había visto tan frenético y ansioso, sin aminorar las consecuencias de sus actos que es sencilla; ningún castigo es merecido sino se tiene una justificación.Hay una justificación para su rabia.El secuestro de su esposa.Edmund se mantiene a distancia de él por sí necesita otro instrumento de torturas a parte de sus propias manos ensangrentadas. Pero su jefe permanece insoluble a lo que sucede alrededor. Gerald ordenó que todos sus hombres se acercaran para demostrarle lo que sucede cuando sus ordenes no se cumplen.—¡Señor, se lo juro…! ¡No sabemos cómo ese tipo infringió la seguridad! —el hombre se calla con el próxim