La sangre se me hiela y comienzo a temblar de auténtico pánico. Sin darme cuenta las lágrimas de rabia e impotencia surcan mis mejillas a causa de todos los recuerdos que acuden a mi mente sin control.
—¿Qué haces tú aquí? —susurro con un hilo de voz.
—Sam me invitó, pensó que te haría ilusión verme a mí también —responde la aterciopelada voz de Jake.
Un escalofrío me recorre la espina dorsal mientras los temblores en mis manos se intensifican y me quedo pegada al suelo. Aunque me gustaría salir corriendo, todos mis esfuerzos por ocultar lo sucedido se verían truncados.
Jake cierra la puerta detrás de él y se acerca un poco más a mí.
—Ves, sabía que no le dirías una palabra Sam —comenta con una sonrisa de superioridad.
—No-no... —balbuceo.