Capítulo 32.

ACACIA LUNA.

Relájate, Acacia, todo va a estar bien.

Solo tienes que actuar normal.

¡Tú puedes!

El elevador se detiene y abre sus puertas.

¿Lo malo?

Quienes entran son nada más ni nada menos que Mancini y Gautier, quienes me ven brevemente antes de seguir con su conversación.

Las puertas del elevador se cierran y no mucho después, ellos dejan de hablar y el elevador se queda en un silencio incómodo.

¡AH, NO PUEDO!

¡NECESITO SALIR DE AQUÍ!

Me empiezo a impacientar y veo el número de pisos que vamos subiendo, hasta que por fin llegamos al último.

Las puertas se abren y ellos salen primero y no mucho después lo hago yo, pero la diferencia es que camino más lento que ellos hasta que entran a una oficina y entonces empiezo a caminar a mi velocidad normal.

Entro a mi oficina y apenas dejo mi bolso en mi escritorio cuando alguien llama a la puerta.

—Adelante.

La puerta se abre y por ella entra Alba con una expresión de molestia.

—El señor Cooper te quiere en su oficina ahora —me informa—. N
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