Capítulo 10.
MAIA CARRIZALES.
Voy abriendo los ojos un poco confundida mientras me siento muy liviana, como si estuviera flotando en una nube muy cómoda.
Veo a alguien ponerse adelante mío, pero estoy tan mareada que no logro identificar de quien se trata.
El aturdimiento empieza a desaparecer y por fin logro ver con claridad a quién tengo adelante mío.
—¿Estás bien? —me pregunta Mauricio— ¿Recuerdas qué paso?
Veo a mi alrededor.
—¿En dónde estoy? —mi voz sale muy baja y ronca— ¿Qué paso?
—Estas en mi departamento —me contesta—. Perdón si no te lleve a tu departamento, pero te desmayaste y no pensé en levantar tus llaves.
Me intento levantar de donde estoy acostada, pero no puedo.
—No te muevas, sigues débil.
Me ayuda a acostarme nuevamente en la cama.
—Me siento mal —le digo—. Me duele el pecho.
Mauricio pone una mano en mi pecho.
Siento un calor muy pequeño en el pecho y el dolor desaparece.
—¿Mejor?
—Gracias.
Él aleja la mano y yo intento levantarme de nuevo, pero otra vez no puedo.
—Te dije no