Cuando Rosse oyó las palabras de Fernando no pudo llorar y Domenico cayo sentado sobre el sofá delante dela cama, entonces las cosas habían sucedido así.
—Cuando los hombres mi hermano nos metieron a la camioneta, luche con todas mis fuerzas pateando la puerta y gritándole a Fernando que saltara, sabía que mi hermano no se compadecería de un niño pequeño y no lo podía someter a algo como eso, sabía que estábamos rumbo a la playa, no lo pensé mucho y decidí que él tenía que salvarse sea como sea por ese le grite que saltara. — Acariciando su cabello y él posaba su rostro cerrando los ojos sobre las caricias, aquellas que había extrañado tanto.
—Mamita ¿No te vas a ir verdad? Quiero que me cuentes un cuento.
Como podía negarse a lo que su niño bonito le pedía, algo como eso, pero nada era tan fácil, al contario era complejo, pero estaba segura de que esta noche si se podía quedar a su lado y darle todo ese amor contenido que traía dentro.
—Voy a tomar un poco de aire mientras te hacen u