CAPITULO 47
Steven Lucas
El murmullo hizo que él saliera de su oficina.
Dos mares no podían juntarse, pero dos personas sí.
Y así parecía ser, pues su tío acaba de llegar a la empresa, él, en forma automática, se acomodó la camisa y revisó que estuviera pulcramente limpia y planchada. Se acomodó la corbata de color azul marino con pequeños botoncitos de color blanco y miró su camisa del mismo blanco. Le gustaban las cosas limpias y no había nada mejor que el blanco para demostrarlo.
Hoy no pudo ocultar su sorpresa cuando su tío se acercó a la entrada de su oficina y se recostó de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho.
— Así que tengo que viajar hasta este recóndito pueblo para verte. — No era una pregunta, y él estaba acostumbrado a no responder nada que no fuera directamente dirigido hacia él.
— Buenos días, tío. — Saludó caminando hacia él y estrechando la mano que el hombre le extendió.
Para sorteo lo más importante era guardarlo hasta estancias ni una sola muest