Alana se encontraba conversando con Libia, Rosa y los demás empleados que trataban de convencer a su señora de que no se fuera.
-La verdad, quiero darles la gracia por todo- les dijo.
-Señora, no se vaya es demasiado tarde- le dijo Libia.
-Tengo que irme, no puedo seguir así- dijo entre lágrimas. Adriano no me ama y yo no puedo….
Mientras Adriano pensaba en las palabras de sus padre y los momentos vividos con Alana.
-Es cierto no puedo seguir siendo un cobarde- susurró.
La sola idea de no volver a verla, de perderla para siempre, le hacía oprimir el pecho. Era un dolor constante, profundo. No quería perderla. No quería dejarla ir. No PODÍA dejarla ir.
La amo, maldita sea –se dijo-. La amo…
Adriano corrió por los pasillos hasta llegar a las escaleras viendo a su padre y esposa volviendo a despedirse.
-¡No te vayas!- le suplico. En frente de los empleados y su padre.
-¿Para que deseas que me quede? - le pregunto entre lágrimas.. Para volver a ser tratada como antes.
-No