CAPITULO 23: AGONÍA

-Serás, solo mía Clarisa- le dije mientras empecé a besarla otra vez.

Acariciarla de nuevo era fascinante, tocar su piel tan suave, como lo recordada.

La ropa poco a poco iba desapareciendo de nuestros cuerpos. Mis manos se habían vuelto expertos en su cuerpo, la sentía excitar y sorprenderse cada vez más. 

Su inocencia, para todo me volvía loco y la besaba con más ímpetu. Quería fusionarme en su cuerpo. Ella, dejaba que la guie, con cada caricia que mis manos dejaban en su cuerpo.

Verla casi sin ropa, provocó en mí una fuerte excitación que hizo darme cuenta que esta mujer sería mi comienzo y mi final.

Antes de terminar de desnudarla, para saciarme de su inocencia me dediqué a observarla, ella era fascinantemente hermosa.

 No sé cómo sentí que alguien abría la puerta de la oficina. Me levanté

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