—Suelto el lápiz de forma abrupta cuando una mano se posa en mi hombro y me devuelve a la realidad.
—Son las ocho de la noche.— Me dice y yo me pongo de pie tan rápido que la silla donde estoy casi se cae.
—Lo siento.— Suelto y me aparto su contacto me quema.
—Puedo llevarte a tu casa.— Me ofrece