Es el mismo hombre que me viene chantajeando.
Estoy en mi habitación, rodeada de oscuridad. La luna llena brilla a través de la ventana, iluminando la figura de un hombre que se cierne sobre mí. Mi corazón late con fuerza, pero trato de controlarme.
— ¿Qué es lo que quieres? —le pregunto, intentando mantener la calma.
Él sonríe, su mirada glacial.
— Tú ya lo sabes —dice—. O vas a afrontar las consecuencias.
Se acerca a mí, y yo intento alejarme, pero él me sujeta del cuello y me estampa contra la puerta.
— Quédate quieta —me ordena.
— No me toques —le digo, intentando mantener la firmeza en mi voz.
Él se ríe.
— Nuestro Alfa lo hacía —dice.
— ¿Qué es lo que realmente quieres? —le pregunto.
Él me mira fijamente.
— No aquí el que hace las preguntas soy yo —dice—. Necesito saber qué es lo que estás buscando.
— No entiendo de qué hablas —le digo—. ¿Si tú me estás chantajeando?
Él sonríe de nuevo.
— Liberaste a uno de los lobos más peligrosos que ha existido, enemigos de tu prometido —dice—