NACIMIENTO

SABRINA

Ya tengo siete meses de embarazo y espero a un par de gemelas, supongo que esa larga noche de placer, donde quede embarazada, no era para menos.

Mi amiga Lucia está como loca, comprando de todo para mis hijas. Es como si ella supiera que son sus nietas o por lo menos lo presintiera. Ella me acompaña a cada control y me hace comer a mis horas.

No permite que me exceda en el trabajo, he considerado decirle la verdad, pero me da terror perder su amistad por haberme metido con su hijo. Por eso no le digo nada.

Mi hijo dice que va a ser un hermano muy celoso y que no dejará que nadie lastime nunca a sus hermanas. Que las consentirá y que en tres años cuando regrese las va a llenar de besos, aunque prometió venir a quedarse cuando llegue el momento del parto.

Yo después de veinte años estoy asustada. La verdad es que es difícil comenzar de cero con pañales y biberones, noches sin dormir y todo eso. Después de veinte años es algo muy difícil. En especial si esta vez es el doble de trabajo.

Mi embarazo ha sido bueno. No he tenido náuseas ni ningún malestar, simplemente el desmayo cuando me enteré del embarazo y nada más.

Aunque creo saber por qué. Cuando hablo con Mauricio me cuenta que Fabio ha tenido vómito, ascos y que siempre quiere estar durmiendo.

Creo que todos los malestares del embarazo los está sufriendo él. Sé que a ido a infinidades de doctores en Londres.

Pero nadie encuentra nada malo en él, si supiera que todos esos malestares es porque será padre.

No puedo decirle, él es joven y merece construir su futuro sin preocupaciones. Quizás en el futuro tenga el valor de decirle que tenemos dos hijas juntos.

—Buenos días, llego la tía más consentidora del mundo —hablo Lucía, muy alegre entrando a mi oficina, si supiera que es la abuela y no la tía

—Hola, ¿que te trae por aquí? —pregunte con una sonrisa

—Vine a llevarte de compras, para mis sobrinas, tu hijo me llamo y quiere que la habitación de las gemelas este lista para su nacimiento, así que vamos que faltan algunos detalles —Lucía, quien se ha vuelto la cómplice de mi hijo en todo

—Está bien, iremos despacio apenas y puedo caminar con este vientre tan grande —respondí poniéndome de pie muy a mi pesar

—Bueno, vamos —Lucía, me toma del brazo

Lucía me saco arrastras de la oficina de mi cafetería y me llevó a un centro comercial donde compro prácticamente todas las cosas para niñas, los de las tiendas felices de que su mercancía se agotará por mi amiga y es que ella tiene mucho dinero, sin contar el que le envía su ex el padre de Fabio como mensualidad.

Además, tiene acciones en muchas empresas, por lo que podría vivir sin trabajar el resto de su vida si así lo quisiera. Ella dice que sería muy aburrido estar todo el día sin hacer nada, por lo que trabaja medio tiempo y la otra parte del tiempo se dedica a comprar.

En los últimos meses, compra solamente cosas de bebe, su ex la llamo para saber si estaba embarazada porque si era así ya no pagaría pensión, pero se desilusionó al saber que no era así y tendría que seguir pagando la pensión a mi amiga.

Después de un agotador día de compras mi amiga me llevo a mi casa, ya que el encargado de la cafetería se encargaría de cerrarla, yo me sentía cansada y me dolía el cuerpo, así que tome una ducha, me coloque mi pijama y entre a mi cama.

Inmediatamente me quedo dormida. Desperté por un fuerte dolor en mi vientre y sentí un líquido bajar por mis piernas.

Reconocía lo que estaba pasando, me paso cuando Nació Mauricio, pero dolía mucho y ahora tengo solo siete meses, tome mi celular y llame a mi amiga Lucía.

—Amiga ven rápido, rompí fuente — hablé apenas ella contestó

—Dios mío voy para allá —responde Lucía

El dolor era insoportable, sabía que existía el riesgo que nacieran antes. Pero esperaba poder llevar el embarazo a término, creo que no será posible.

Después de unos minutos Lucía, llego y me llevó al hospital. Dolía demasiado, pero lo toleraba. Al llegar al hospital, la doctora dijo que estaba lista para pujar y me llevó a sala de parto.

—Vamos Sabrina, en cuanto sientas una contracción puja con fuerza —hablo la doctora y yo simplemente asentí

Después de pujar por unos minutos nació mi pequeña Fabiola y luego mi princesa Sofía, lloré al verlas son hermosas, el único problema es que son idénticas a su padre.

Sé que están muy pequeñas, pero sí se parecen a él. Solamente queda esperar que abran los ojos y no sean como los suyo. Y si lo son, espero que nadie sospeche quien es el padre.

Después de ver a mis bebes las llevaron a las incubadoras y a mí a una habitación, son prematuras, así que tendría que esperar para llevarlas a casa.

En la habitación no podía dejar de pensar en el parecido que tienen con Fabio y rogaba porque no tuvieran los ojos de este. Estaba sumida en mis pensamientos cuando entro Lucía feliz.

—Amiga, ya las vi son hermosas. Sabes me recordaron a mi niño cunado nació —comenta Lucía y casi me infarto al escuchar la comparación

—Amiga si son hermosas y si te recordaron a Fabio es porque todos los bebes se parecen —respondí nerviosa

—Tienes razón, pero si se parecen un poco a él, pero no importa, las voy a consentirte y a querer mucho después de todo, son mis sobrinas —responde Lucía

Ella se quedó acompañándome hasta que me quedé dormida. Lo cual no tardo en pasar, ya que estaba agotada. Traer a dos bebes al mundo no es nada fácil.

Así que me dormí plácidamente mientras mis bebes están en la incubadora, siendo cuidadas por enfermeras y monitoreadas por un pediatra, no sé cuánto dormí, pero cuando abrí los ojos era casi medio día.

Así que fue un sueño de casi doce horas, una enfermera me trajo mi comida y dijo que luego me llevaría a ver a mis hijas.

Cuando termine de comer esperaba a la enfermera o a mi amiga Lucía. Pero me sorprendió ver a mi hijo y su mejor amigo Fabio estaba feliz de ver a mi hijo. Aun así y si Fabio se daba cuenta de que son suyas mis hijas.

—Mamá ya las vimos y mis hermanas son hermosas —cometa mi hijo y me abraza, mientras yo siento que me voy a desmayar

—Así es Sabrina. Son dos princesas, ya que su mamá es una reina —halago Fabio y yo moría de nervios

—¿Cuándo llegaron?, no los esperaba —hable nerviosa, mientras recibí el abrazo de los dos y sus regalos

—Mi madre llamo anoche, antes de ir por ti a tu casa —responde Fabio

—Así que tomamos el primer vuelo para poder llegar a verlas —respondió mi hijo

—Me alegra que estén aquí —hable nerviosa al borde un ataque de pánico

—Permiso, mama, ¿lista para ver a sus bebés?—preguntó la enfermera al entrar a la habitación

—Si estoy lista —respondí con unas ganas locas de salir de la habitación

—Te ayudo —Fabio me ayudo a pasarme a la silla de ruedas y mi hijo la empujó mientras la enfermera camina a nuestro lado

Sentir tan cerca a Fabio, me pone realmente nerviosa, pero debía mantener la calma, mis hijas me necesitan y mi hijo está aquí.

No puedo levantar sospechas, aún no estoy lista para enfrentarlos a todos, no estoy lista para decirles a todos que me embarace del mejor amigo de mi hijo.

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