Había transcurrido una semana desde que se vieron en el centro comercial, y él se encontraba en su oficina, enojado consigo mismo. ¿El motivo? Él quería ejecutar su plan cuanto antes, pero no contaba con que aquella chiquilla no tuviera los dieciocho aún. Y la quería para sus fines, para humillar y herir el orgullo de los Kim. Seok se había quedado con Eun-ji, quien ahora no valía nada, pero él, él estaba dispuesto a acabar con su hermanita, quien al parecer, era la persona que ese infeliz más amaba. Pues muy bien, quería ver su cara cuando se enterara de todas veces que esa niña desarreglaría sus sábanas. Pero, sería paciente, no iba a permitirse ir a la cárcel nuevamente por enredarse con una menor.
Y al parecer no le sería difícil la tarea de enamorar a esa niña, ya que, ella pese a su timidez, estaba demostrando un interés por él muy grande. Pero, ¿Y él? ¿Acaso él no estaba empezando a sentir cosas importantes por esa chiquilla? ¿Acaso todas las palabras que le había dicho a ella