Mundo ficciónIniciar sesiónEl interior del salón era opulencia personificada: candelabros de cristal que costaban más que casas, arreglos florales que requerían equipos de diseñadores, mesas cubiertas con manteles de seda y cubiertos de plata real. La élite de la ciudad se movía entre espacios como tiburones elegantes, sonriendo mientras calculaban el valor neto de cada persona en la habitación.
Camila había estado en eventos como este antes, siempre en la periferia, siempre invisible. Esta noche, era imposible ser invisible.
—¿Señora Montes?—Una mujer mayor con un collar de diamantes que probablemente valía más que un país pequeño se acercó—. Permítame decirle que su trabajo con la fundación de caridad infantil ha sido absolutamente inspirador. Mi esposo y yo estamos considerando duplicar nuestra donación gracias a su iniciativa.
Camila parpade&o







