Estábamos los cuatro sentados en el porche, cuando vimos entrar en el rancho un coche precioso bajando del vehículo un hombre alto, de pelo castaño claro y muy bien vestido.
— Ya llego mi enlace con mis socios en Norteamérica — dijo Diego levantándose para estrechar la mano al desconocido
— Buenas, me llamo Maximo — nos dijo dandonos la mano
— Ellos son unos buenos amigos míos de Italia, pero hombre siéntate con nosotros — dijo Diego
— No gracias, tenemos que hablar Diego — dijo Maximo
— Esta bien, David acompañamos ya que vas a ser mi mano derecha — le dijo Diego
Los tres hombres entraron dentro de la casa dejándonos a Helena y a mí en el porche.
— David es un buen hombre, Diego y él se conocieron cuando hubo un problema con un cargamento, tu marido dio la cara y lo defendió como si fueran hermano y Diego le está muy agradecido, daría su vida por él — me dijo que Helena
— Yo, si no te importa Helena me voy al dormitorio a tumbarme un poco, el viaje ha sido muy largo — le dije levant